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4 noviembre, 2011

12 cosas que hemos aprendido sobre la India

Nota: originalmente este post iba a llamarse «5 cosas que hemos aprendido sobre la India». Rápidamente se convirtió en 10, y sobre la marcha en 12.

Las cosas van a su ritmo, mejor no estresarse.

Es importante cambiar el chip y dejar las prisas para mejor ocasión. Retrasos en trenes y autobuses son algo normal, y a nadie parece preocuparle. Ningún indio levantará la voz, protestará o pondrá una reclamación. Nosotros nos quedamos atrapados toda una noche en un autobús esperando a que repararan la carretera…

Diferentes valores

En general, la principal preocupación de los indios no es ascender en su puesto de trabajo, pelear por una subida de sueldo, o comprarse un coche mejor. Son felices pasando el día charlando con los comerciantes vecinos (aunque el negocio no haya ido demasiado bien), y llegando a casa por la noche, y compartir una cena con la familia.

Aprende a amar la India

Nada más llegar, es fácil (nosotros nos incluimos) llevarse una primera impresión de la India: sucia, caótica, llena de gente que te venderá cualquier cosa con tal de conseguir tus rupias. Sin embargo, una vez escarbas en la superficie, encontrarás un país acogedor, lleno de gente encantadora. Lo que nos lleva al siguiente punto…

Los indios son gente amable y hospitalaria

Para ilustrar esto, nada mejor que una anécdota que nos contó nuestro amigo Ish: estando en Bangalore, quiso ir a un espectáculo de danza. Cuando el taxista le dejó en el recinto, preguntó dónde se compraban los tickets; lo que él no sabía era que ese día se estaba celebrando una boda. El padre de la novia se cruzó con él y le dijo: “no, aquí no hay ningún espectáculo, estamos celebrando la boda de mi hija. Pero ya que estás aquí, siéntate, come y bebe con nosotros”. ¿Os imagináis algo así en España?

Las distancias son largas

Para muestra, un botón. El viaje Leh-Manali, de aproximadamente 500 kilómetros, nos llevó un día y medio (26 horas en un autobús). Haced las cuentas y sacaréis la velocidad media… Vale, esa era una ruta por los Himalayas, quizás de las peores que hemos hecho. Un viaje en autobús (por ejemplo, de Pushkar-Jaipur) de 100 Kilómetros lo hicimos en 3 horas. Pero siempre habrá alguien en el tren/autobús dispuesto a charlar contigo, ¡así que no te aburrirás!

Hay muchas Indias

Nada tiene que ver el paisaje (o la gente) en Ladakh (al Norte), Rajasthan o Kerala. La comida, ropa o idioma serán totalmente distintos. Sin embargo, todos ellos (salvo en Tamil Nadu en el sur, algo más independentistas) te dirán orgullosos que son Indios…
Diferentes religiones, tradiciones, culturas, idiomas… se dan mezcla en un país tan fascinante. Como decía nuestro amigo Mykel, debe ser una pesadilla gobernar la India!

Mejor con una sonrisa

No importa si el tren viene con 2 horas de retraso, si hoy no han podido hacer muchas ventas, o si la familia es pobre. Cuando se crucen contigo, inevitablemente te sonreirán. Y probablemente te preguntarán de dónde eres, y querrán una foto contigo…

Suspenso en riesgos laborales (y no laborales)

Es común ver hasta 5 personas en una moto (la familia al completo), donde el casco es todo un lujo. O estar subido en las alturas con un andamio de fabricación casera. En algunas de las excursiones, te juegas la vida cruzando por zonas impracticables… Cruzar la calle se convierte en toda una aventura…

Es muy fácil ser vegetariano

En prácticamente todos los restaurantes, habrá una sección de la carta con comida vegetariana (eso si no es puramente vegetariano), y los (habitualmente escasos) platos no vegetarianos están marcados con un punto rojo; los vegetarianos con uno verde. Hasta el agua mineral y la pasta de dientes tienen su punto verde!

La religión es parte del día a día

Prácticamente todas las familias tendrán un altar en su casa, y comenzarán el día en sus comercios con un ritual. Religión y tradición se funden en este país, de amplia mayoría hindú (cerca del 80%), pero donde los más de 160 millones de musulmanes (sólo el 13% del total!) lo convierten en el tercer país con mayor número de musulmanes en el mundo. Los budistas (menos del 1%) abundan en el norte, los cristianos (alrededor del 2-3%) principalmente en el Sur (Kerala, Goa), y los Sijs (menos del 2%) en el estado de Punjab.

La religión es algo tan arraigado, que para un indio es algo inconcebible que no tengas una. Nuestro libro guía recomienda, en caso de ser preguntado, inventarse una antes que confesar que no la tienes, para no dar a tu interlocutor un choque cultural demasiado fuerte…

Es segura

Hemos recorrido las estrechas y laberínticas calles de Varanasi, llegado en tren a Anantapur a la 1 de la mañana, o a una remota estación de tren en Goa a las 3 de la mañana (nos confundimos al bajarnos del tren, y tuvimos que quedarnos en una sala de espera hasta la mañana siguiente). Y sin embargo, en ningún momento hemos tenido sensación de peligro…

Nunca te aburrirás

Como decía Varun, siempre pasa algo en la India: habrá una huelga, un accidente de tráfico, una familia de vacas cruzando la calle… Cada día es una aventura!

Un largo viaje...

Un largo viaje...

Altar en un hotel

Altar en un hotel

27 octubre, 2011

Nuestra experiencia en la India

Después de casi 3 meses nos despedimos de la India para coger un avión a Singapur. Han sido unos días muy interesantes y a menudo muy intensos. Mucha gente viene aquí para 10 días para ver los sitios principales pero creemos que hace falta más tiempo, si uno puede, para apreciar la verdadera esencia de la India (realmente harían faltan muchos años considerando el gran tamaño de este país). Se necesita por lo menos una semana solamente para aclimatarse a la comida, el calor y la cantidad de gente que está en todos los sitios a todas horas.

Top 10 de experiencias inolvidables (sin ningún orden en concreto)

  1. Ladakh – este pequeño reino budista increíblemente fotogénico en el Norte es el lugar perfecto para el viajero recién llegado a la India y supone una aclimatación suave.
  2. Vendedores de chai– no hay nada más reconfortante que escuchar el familiar “garam chai, garam chai” (té caliente) tras largas horas en un tren. En tres segundos tienes un vasito de plástico con chai dulce muy caliente en tu mano (luego buscas en vano un cubo de basura para tirar tu vaso y lo guardas hasta llegar a la siguiente estación mientras todos los indios te miran de manera curiosa- ellos nada más terminar lo han tirado por la ventana).
  3. Ruta en barco por los backwaters: Es realmente relajante deslizarse lentamente por los tranquilos canales. Estirando las piernas en la tumbona con el suave zumbido del motor es difícil no cerrar los ojos.
  4. Pasear por Chowpatty Beach en Mumbai comiendo bhel puri o el mejor kulfi (helado) de la India.
  5. La hospitalidad india en los pequeños hoteles familiares y homestays. Los mejores sitios para quedarse en la India de manera económica e interesante son las casas de familias (homestays). Los desayunos son buenísimos, los anfitriones te miman demasiado y tus rupias van directamente a las familias.
  6. Comiendo pescado fresco en una playa de Goa mientras se pone el sol sobre el Arábigo.
  7. Maravillas arquitectónicas en Ranakpur, Jaipur y Agra: Templos y fortalezas imprescindibles en cualquier viaje por la India.
  8. Viajes en tren: si pasas algún tiempo en la India acabarás inevitablemente en algún momento en un tren. Viajes cortos y largos, primera clase o segunda – siempre acabas hablando con familias que cruzan el país para ir “al pueblo” o con estudiantes universitarios con su ordenador portátil o con un anciano que no sabe ni patata de inglés. Primero te miran con curiosidad, un poco tímidos, pero tras el romper el hielo con un “where you from?”, ya sois amigos para el resto del viaje. Comparten comida contigo o se bajan corriendo al andén para buscar algún vendedor de comida antes de que siga el tren, y si sacas la “Lonely” todos te quieren enseñar donde está su pueblo.
  9. Conociendo a nuestra niña apadrinada en Anantapur y todo el trabajo que hace la Fundación nos dimos cuenta que las donaciones desde España de verdad hace una diferencia.
  10. El Templo Dorado de Amritsar: dando vueltas alrededor de la piscina sagrada, hablando con los majos sijs y comiendo con ellos en el comedor comunitario enorme.

Pescado fresco en Goa

Garam chai, garam chai!

Uno de muchos viajes en tren

Celebrando Diwali con Rajeesh y su familia

Ladakh

Templo Dorado de Amritsar

Templo de Ranakpur

Nuestra niña apadrinada reparte dulces

Los Backwaters de Kerala

Paseo marítimo de Mumbai

25 octubre, 2011

Vacaciones de las vacaciones en Varkala

14-27 de octubre de 2011

Las últimas dos semanas en Ia India las tomamos de vacaciones. Tras recorrer India del Norte al Sur por carreteras polvorientas (bueno, también hemos hecho trampa y hemos cogido aviones…) teníamos ganas de descansar. Aparte de la semana en Goa no nos hemos quedado fijos en ningún sitio más de 4 días. Y los siguientes dos meses por Tailandia, Laos y Camboya serán bastante intensos. Así que, de Alleppey cogimos un tren de 2 horas (2ª clase- 50 céntimos) hacia el sur dirección Trivandrum (desde donde volaremos a Singapur).

Varkala es un pequeño pueblo situado sobre un acantilado. Bajando unas escaleras bastante empinadas se llega a la estrecha playa. La playa no es una de las mejores de la India, hay que tener cuidado porque a veces vienen olas que llegan hasta la base del acantilado y moja todo en su camino (toallas y gente tomando el sol incluidas). El pueblo está muy orientado al turismo mochilero: aquí encuentras los mismos restaurantes tibetanos, las tiendas de pashminas y de intercambio de libros, cíbers, clases de yoga, capuccinos decentes y rollos de papel higiénico, y por supuesto el típico “Rickshaw, madame?”. Y los mochileros también parecen los mismos de otros “Backpackistans” como Leh, Goa, Hampi o Dharamsala excepto que ahora llevan bañador.

Es un buen sitio para recargar las pilas, comer bien y tomar el sol. Hemos deshecho las mochilas por completo por primera vez, hemos dejado toda nuestra ropa al servicio de lavandería y hemos hecho inventario de las cosas que tenemos y que pueden hacernos falta, o que ya no nos harán falta (¡adiós salwar kameez!). En el hotel tenemos internet sin interrupciones así que lo hemos utilizado para planear la siguiente etapa del viaje (y un Plan B si la situación de las inundaciones en Tailandia no mejora).

También aprovechamos de este nuevo tiempo libre a hacer un programa ayurvédico de detox (desintoxificación) de 7 días de duración. Cada día nos tocaba un masaje y tratamiento distinto por la mañana, y a veces también algo por la tarde. A Raúl le hizo mucha gracia la mascarilla facial ya que no se había puesto una en la vida. También aprovechó y se cortó el pelo. Durante este tiempo seguíamos una dieta vegana (sin carne, pescado, huevos ni lácteos). ¡La verdad es que nos sentimos como nuevos!

Como íbamos a quedarnos unas dos semanas, buscamos opiniones en Internet para elegir un buen hotel. En Tripadvisor encontramos el pequeño Karthika Plaza, con muy excelentes opiniones (incluso de una sueca que se había quedado 4 meses), y la verdad es que fue todo un acierto. Aunque está un poco apartado de la playa, el dueño, Rajeesh, nos lleva y recoge en su coche en cualquier momento, además de llevarnos a hacer excursiones por los alrededores.¡ Y los desayunos están buenísimos! Durante los primeros 10 días estuvimos solos en el hotel, así que toda la atención era para nosotros, incluso una noche nos llevó a su casa a cenar comida típica… Un 10 para Rajeesh y el Karthika Plaza!

Un día mientras volvíamos a nuestro hotel un rickshaw paró delante de nosotros y (¡sorpresa!) salieron Yara y Raquel, dos chicas que habíamos conocido en Anantapur unas tres semanas antes. Pasamos algunas tardes con ellas, compartiendo nuestras últimas experiencias- cogimos diferentes rutas después de visitar la Fundación, ellas hacia el este y nosotros hacia el sur y el oeste. También nos encontramos con una pareja israelí-letona que habíamos conocido en Kochi y cenamos con ellos un par de veces. Parece que todos los caminos llevan a Varkala…

Precios medios en Varkala:
Programa de detox de 7 días de duración: 150euros/pers
Corte de pelo (y afeitado) en una peluquería masculina: 1,5 euro

Puesta de sol sobre el Arábico

De paseo

Con Yara y Raquel en nuestro tibetano favorito

Raúl poniéndose guapo

Nuestro hotel

Varkala Cliff

19 octubre, 2011

Recorriendo los Backwaters

9-13 de octubre de 2011

Alleppey, con su extensa red de canales, es conocida como “la Venecia del Este”. Por eso, la gran atracción es pasear en barco por sus canales (backwaters). De hecho, viajar un barquito es el único medio de transporte por aquí. Nada más llegar a la ciudad, fuimos abordados por multitud de vendedores que nos ofrecían un paseo en barco. Algunos de ellos son casi “de lujo” (con aire acondicionado y tv), mientras que otros son cáscaras de nuez que se mantienen a flote…

Para evitar disgustos, contratamos la excursión en el hotel, y durante 4 horas recorrimos en barco los famosos backwaters de Alleppey, en compañía de Jordi y Meritxell, dos catalanes que habíamos conocido en Kochi en el “Beena Homestay”, y con los que compartimos un taxi para llegar a Alleppey.

La experiencia fue maravillosa, interesante y sobre todo, muy muy relajante. Navegar por los tranquilos canales, rodeados únicamente de palmeras, alguna que otra familia de patos e inmensos campos de arroz, es algo que no olvidaremos fácilmente. Además de asientos, el barco contaba con una tentadora tumbona, en la que era inevitable no caer rendido en los brazos de morfeo…

La otra opción, aparte de recorrer los canales durante unas horas, es contratar un “houseboat”, un barco-casa en el que la propia tripulación prepara la comida, y en el que se puede dormir. Mucha gente que conocimos hizo esto, aunque en esta ocasión nosotros preferimos algo más “light” (y barato).

La ciudad de Alleppey no tiene demasiado para ver, así que todas las tardes nos escapábamos a la playa (con una puesta de sol maravillosa), para luego cenar en el Dreamers, un restaurante regentado por un indio y un italiano, con un ambiente genial y una comida deliciosa.

También descubrimos una de las joyas ocultas: la playa de Marari, más apartada y con muchos menos visitantes, pero igualmente kilométrica. Si vais a Alleppey, no os la perdáis! Ni siquiera está (aún) recomendada en la Lonely Planet, así que ¡aprovechad antes de que se corra la voz!

Leyendo, aprendimos que Kerala (el estado donde están Kochi o Alleppey) tuvo en 1957 el primer gobierno electo comunista del mundo, que se ha mantenido en el poder casi todo el tiempo. Quizás debido a ello, hay una mayor distribución de la riqueza y la tierra aquí, y los niveles de alfabetización son los más altos de toda la India, además de contar con un excelente sistema de salud. Gran parte de los ingresos del estado provienen de trabajadores que han emigrado a Oriente Próximo (Dubai, Arabia Saudí…), y que remiten parte de su salario a casa.

Precios medios en Alleppey
Ruta en barco por los canales: 5 euros/hora a dividir por el número de pasajeros (max 8 pers)

La bonita puesta de sol en Marari Beach

En los backwaters

Uno de los muchos símbolos del comunismo

Con Meri y Jordi abordo

En los backwaters

De relax

Las mujeres indias se bañan con toda la ropa puesta

Marari Beach

13 octubre, 2011

Llegando a Kerala

6-9 de octubre de 2011

Del cabo de Kanyakumari cogimos un tren de unas 7h (y algunas más de retraso) a Kochi, 300km al norte y una de las ciudades más grandes del Estado de Kerala con unos 1,3 millones de habitantes. Es también la ciudad sin mayoría hindú más grande del país.

La ciudad de Kochi está constituida por varias islas y una parte más moderna en tierra firme. Nosotros nos quedamos en Fort Cochin, la parte antigua de la ciudad donde están la mayoría de los hoteles y los sitios interesantes para visitar. Después de los problemas de encontrar alojamiento en Kanyakumari veníamos con una reserva ya hecha en un “homestay”- es decir en la casa de una familia – ¡muy recomendable! Nuestra anfitriona Beena y su familia nos cuidaron muy bien – con desayuno y cena de platos típicos de Kerala. Todo servido en el comedor de la casa; un sitio genial para conocer a otros viajeros.

Fort Cochin fue el centro del comercio de las especias durante muchos siglos y aquí se mezclaron las culturas árabe, china, inglesa, judía, holandesa y portuguesa. El resultado es un barrio peculiar con viejas mansiones europeas, muchas iglesias y mezquitas, una sinagoga y redes enormes de pescar chinas. Es un sitio ideal para pasar unos días aunque no hay mucho que hacer; ver la puesta del sol desde el paseo marítimo, pasear por el viejo barrio judío y comer bien en alguno de sus (muchos) restaurantes.

Precios medios en Kochi:
Habitación doble en Beena Homestay con desayuno y cena: 18 euros

Paseo marítimo

Paseo marítimo

Redes de pescar chinas

Gente saliendo de misa

Fort Cochin

8 octubre, 2011

Kanyakumari: donde se encuentran los 3 mares

5-6 de octubre de 2011
Nuestra última visita al estado de Tamil Nadu fue el punto más al Sur de la India, en el punto donde se juntan 3 mares (el Arábigo, Índico y Andamán). ¡Ahora sí que podemos decir que hemos recorrido India de Norte a Sur!

Nuestra llegada coincidió con el festival hindú de Dussera, y siendo esta ciudad un lugar de peregrinaje, nos fue difícil encontrar una habitación libre, tuvimos que preguntar en unos 10 hoteles recibiendo la misma respuesta (no Rooms), hasta encontrar uno en el que hubiera una habitación para nosotros. No era el sitio más lujoso donde hemos estado, pero al menos estaba (razonablemente) limpio.

Es difícil explicar por qué (no hay grandes atracciones turísticas aquí), pero Kanyakumari (Cape Comorin) tiene una magia especial. Además, al ser Dussera, las calles estaban decoradas y la música sonaba en todas partes. Muchas familias indias se amontonaban en el cabo para ver anochecer, así que fue difícil acercarse a la playa. Playa en la que había un cartel enorme de “prohibido bañarse”, y en la que por supuesto, decenas de Indios se estaban bañando (India is different!).

En el pico sur hay un templo dedicado a la diosa Kumari. Muy cerca está el memorial de Gandhi, donde se encuentran sus cenizas, un templo con motivos hindúes, cristianos y musulmanes. El día del cumpleaños de Gandhi (2 de octubre), los rayos de sol caen precisamente sobre la piedra en la que están situadas sus cenizas. A unos 400 metros de la costa, en unas islas accesibles por ferry, se encuentra la “Estatua de la Libertad India”, realizada por 5000 escultores, una estatua del poeta Thiruvalluvar. La estatua tiene 133 pies de altura (40.5 metros), en honor a los 133 capítulos de su obra “Thirukural”.
A la mañana siguiente, disfrutamos de un buen desayuno típico del Sur de la India (Dosa y Poori), y caminamos hasta la estación destino a Kochi. Kanyakumari es un lugar pequeño (unos 20.000 habitantes), así que un día fue suficiente para contagiarnos de su magia y recorrer casi todos los rincones de la ciudad.

Precios medios en Kanyakumari:
Helado comprado a un vendedor ambulante en la playa: 15 céntimos
Habitación medianamente limpia, sin baño, en pleno festival de Dussera: 7,5 €

 

Memorial de Ghandi

Memorial de Ghandi

La prueba de que hemos estado allí

La prueba de que hemos estado allí

Turistas en la playa

Turistas en la playa

Altar en el Hotel

Altar en el Hotel

Aviso ignorado por los indios

Aviso ignorado por cientos de indios

Vendedor de Chai

La "Estatua de la Libertad" India

La "Estatua de la Libertad" India

4 octubre, 2011

Viajando hacia el Sur: Bangalore y Madurai

30 de septiembre – 4 de octubre de 2011

Tras unos días intensos y muy emotivos en Anantapur cogimos un tren de unas 4h con destino Bangalore. La capital del estado de Karnataka es una de las megaciudades del subcontinente con casi 6 millones de habitantes – la quinta ciudad más poblada del país. Es también una de las ciudades más modernas que hemos visto; abundan los centros comerciales, las tiendas de marca, Pizzahut, aceras, los chicos con sus portátiles y las mujeres en minifalda. Casi pensábamos que habíamos llegado a otro país, pero no había que ir muy lejos para volver a la India a la que estamos acostumbrados. Cuando fuimos a la estación de autobuses ya se ven vacas en la calle, el tráfico loco y el resto de las cosas que asociamos con la India.

Después de dos días en Bangalore cogimos un autobús (los trenes estaban todos llenos) con destino a Madurai, unos 400km al sur y 9h en autobús exprés. Madurai es una de las ciudades más antiguas de la India y está situada en la parte sur del Estado de Tamil Nadu. Los tamiles es una gente orgullosa de sus orígenes (son los descendientes de los habitantes originales de la India, antes de llegar los arios). Aquí está todo en tamil y las pocas palabras de hindi que habíamos aprendido no sirven de mucho.

La principal atracción de Madurai es el magnífico templo de Meenakshi Amman – un complejo que contiene 14 gopurams (torres- la más alta de 52 metros), un bazar, un museo y varios espacios sagrados donde no podemos entrar los no-hindúes. El templo data de principio del siglo XVII, pero es un lugar muy vivo hoy en día. El número de peregrinos que visitan el templo sobrepasa con diferencia al de turistas y por eso la experiencia es mucho más interesante. Aunque no pudimos entrar en la parte más interior del templo estuvimos rodeados de fieles encendiendo velas, entregando ofrendas, rezando y comprando dulces para ofrecer a los dioses (y comiéndolos después).

Aparte del templo Meenakshi, la ciudad de Madurai no ha sido de nuestras favoritas. Es muy ruidosa, hace mucho calor y parece que hay más mosquitos aquí que en toda la India (no olvidar el repelente)! Pero es una parada imprescindible en la ruta hacia el Sur. Nuestro hotel, el Madurai Residency, ha sido hasta ahora uno de los más caros pero no el que mejor relación calidad-precio ofrecía… Ya que no hay muchos turistas extranjeros los precios de la comida son auténticamente indios (por eso también es difícil encontrar algo que no pique). Hemos comido bastante bien y barato.

Precios medios en Madurai:
Comida india para dos: 2-3 euros
Entrada en templo Meenakshi: Gratuita la parte más externa, la parte interior 1 euro/pers y la cámera otro euro.
Autobús exprés deluxe Bangalore-Madurai (>400km): 15euros/pers

Una de las 14 gopurams (torres)

Un bazar dentro del templo

Ofrendas

Templo Meenakshi

Templo Meenakshi

Templo Meenakshi

Centro comercial en Bangalore

30 septiembre, 2011

Anantapur: el legado de Vicente Ferrer

27-30 de septiembre
En las 1244 páginas de nuestra guía de viajes Lonely Planet de la India no hay ni una sola mención a Anantapur. Esta ciudad, de algo más de medio millón de habitantes (pequeña para estándares indios), no tiene templos majestuosos, palacios de ensueño ni maravillas naturales. Más bien, Anantapur es un trozo de tierra bastante árido (especialmente tras los últimos años de sequía). Y sin embargo, aquí hemos vivido algunas de las experiencias más bonitas y entrañables en nuestros dos meses (hasta la fecha) en la India.

Un español, Vicente Ferrer, llegó a este lugar hace casi 60 años. El gobierno indio no vio con buenos ojos el trabajo que hacía con los pobres en Bombay, así que le expulsaron del país. Sólo le permitieron volver si se establecía en un lugar apartado de la mano de Dios: eligió Anantapur. Cuando llegó a la ciudad, una organización le cedió una pequeña casa en la que únicamente había una mesa, una silla, una máquina de escribir y un mensaje en la pared: «Espera un milagro».

Y el milagro llegó. A día de hoy, la Fundación Vicente Ferrer ha construido más de 45.000 viviendas, 5 hospitales, más de mil escuelas, trabajando en más de 2000 municipios. Y aunque Vicente (“Father”, como le llaman aquí) nos dejó hace ya 2 años, su trabajo continúa, si cabe, más activo que nunca.

Llegamos a la ciudad el lunes por la noche, a la 1 de la madrugada. En muchas estaciones de tren en la India, hay habitaciones para viajeros, así que cogimos una para pasar la noche (no dormimos demasiado, ya que cada vez que pasaba un tren, toda la habitación temblaba), y al día siguiente fuimos a las instalaciones de la Fundación, donde íbamos a pasar 3 días con ellos (el alojamiento y la comida corría por cuenta de ellos). Estábamos realmente sorprendidos: la habitación era una de las más limpias que hemos visto en la India, y la comida que nos servían en la cantina estaba deliciosa: tenían una sección de comida picante, y otra no picante, a la que acudíamos todos los españoles. Además, comimos platos que hacía tiempo no habíamos probado: salmorejo, ensalada campera o ¡tortilla de patatas!

Nada más entrar por la puerta, todo el mundo nos saludaba con un “hola”, y una mujer india en sari, nos pidió, en perfecto español, que rellenáramos los formularios. Coincidimos con un grupo de 14 españoles que venían en un viaje organizado, además de con otros cuantos viajeros independientes, así que durante unos días, el único idioma que hablamos fue el español.

La primera mañana nos llevaron a un pueblo, a inaugurar unas viviendas que la fundación había construido y que se iban a entregar a sus nuevos dueños. El recibimiento que nos dieron fue espectacular: con una pancarta enorme en la que nos daban la bienvenida, todo ello amenizado con música de tambores en directo, y por supuesto los collares y pulseras de flores que nos colocaban, que se repetirían todos los días. Y lo más importante de todo: unas sonrisas de oreja a oreja, sinceras y auténticas. Es increíble cómo unas personas que tienen tan poco, son capaces de no perder nunca la sonrisa. ¡Cuánto tenemos que aprender de ellos! Los que más nos sonreían, y nos miraban con una mezcla de curiosidad y cercanía, eran los niños.

El procedimiento que seguíamos para inaugurar las casas era el siguiente: con unas tijeras cortábamos la cinta, y después entrábamos a la casa con el pie derecho y rompíamos un coco (también con la mano derecha). Las dos mitades se colocaban en el altar de la casa (en el que no faltaba la foto de Vicente Ferrer). Después, nos hacíamos una foto con la agradecida familia, que siempre tenía algún refresco, fruta o galletas para nosotros, nos sentíamos realmente abrumados por tanta gratitud!

Después de comer, visitamos un centro para niños con parálisis cerebral. Además de construir el centro, la fundación había formado a varias maestras y ayudantes para cuidar de los niños que, como siempre, no dejaban de sonreír. El momento más emotivo fue cuando nos cantaron una canción, ¡en español!

Ese mismo día nos recibió Ana Ferrer, y además de contarnos cientos de cosas interesantes, nos enseñó un vídeo muy bonito sobre Vicente Ferrer, y la canción que habían escrito para él cantada por unos niños.

Al día siguiente, fuimos a visitar a nuestra niña apadrinada, que vivía con su familia en un pueblo a 25 Km. Ese día era festivo y no había colegio, así que todos los niños de la aldea salieron a recibirnos, cómo no, con sus mejores sonrisas. Sneha, nuestra niña, tiene un hermano más pequeño. Su padre es jornalero, y su madre costurera, gracias a una máquina de coser que le regaló la Fundación. Les llevamos como regalo nueva ropa para toda la familia, además de caramelos para todos los niños de la aldea. Nos cantaron canciones típicas, y para corresponderles, cantamos y bailamos para ellos la “Danza Kuduro” lo mejor que pudimos.

La experiencia de ver en primera persona a nuestra niña y a su familia, y ver con nuestros propios ojos que nuestras aportaciones sirven para mejorar la vida de muchas personas, es completamente distinta de ver su foto en la pared de nuestra casa. ¡Os lo recomendamos a todos! Antes de irnos, visitamos el colegio de la aldea, y la estatua dedicada a Vicente Ferrer. Llegó el momento de subir al coche, y todos los niños acudieron a despedirse de nosotros con un “adiós” y, para variar, una enorme sonrisa.

A la mañana siguiente, visitamos a un grupo de mujeres dentro del proyecto “de mujer a mujer”, en el que las mujeres se reúnen en pequeños grupos para comentar sus problemas, darse apoyo entre ellas y por parte de la fundación. También reciben pequeños préstamos para comprar por ejemplo vacas o corderos.

Y llegó el temido momento de despedirnos. La gente de la Fundación nos ha hecho sentirnos como en casa, se ha preocupado por atendernos en todo momento, y nos han hecho vivir sin duda alguna los momentos más emotivos de todo nuestro viaje (y el mejor desayuno!). ¡Volveremos a visitaros algún día!

A todos los que nos leéis, queremos animaros, por supuesto, a apadrinar un niño (o a colaborar en cualquiera de los varios proyectos que tiene la fundación), pero más aún, a venir a ver con vuestros propios ojos y en directo el maravilloso trabajo que están haciendo, y a conocer en persona a vuestro niño apadrinado. ¡Que no os lo cuenten!

Cómo llegar a Anantapur / FVF:
La mejor manera de llegar es en tren. Nosotros llegamos desde el Norte, desde Hospet, pero también hay varios trenes desde Bengaluru. Una vez lleguéis a la estación de tren en Anantapur, tenéis que coger un rickshaw y pedirle que os lleve a la RDT, o a la Ferrer Office.

Precios medios en Anantapur:
Habitación en la estación: 6 €
Alojamiento y comida en la FVF: 0€
Apadrinamiento de un niño: 18 € / mes.

 

Con niños

Con Ana Ferrer

Con la familia de nuestra niña

Inaugurando una casa

 

Altar en una casa inaugurada

Nuestra casa en la RDT

26 septiembre, 2011

En La India Profunda

22-26 de septiembre de 2011

Tras una semana de vacaciones bien merecidas en Goa seguimos nuestro recorrido por el Sur de la India. Siguiente destino: Hampi. De Margao cogimos un tren a Hospet (350 km =7h), la ciudad más cercana al pequeño pueblo de Hampi, a unos 30 min en rickshaw.

Nos encontramos con un pueblo muy muy rural y no lo habíamos esperado así. Es difícil creer que en el siglo XVI Hampi fuera una capital con medio millón de habitantes.  La calle principal de tierra, está llena de vacas, perros, gallinas y cabras (y algún que otro mono). También mucha pobreza. Detrás están unas pequeñas calles con algunas hostales, bastante básicos, restaurantes que no ganarían ninguna estrella Micheline y algún que otro cybercafé.  Quizás porque era temporada baja, pero Hampi es un lugar infinitamente más tranquilo que todos los sitios que hemos visitado en la India y la diversión nocturna consiste en mirar las estrellas o tomar un lassi en el tejado del hostal  (De hecho, por ser un pueblo con templos sagrados, están prohibidos el alcohol y la carne).

En el mismo pueblo hay un templo muy bonito (con un elefante llamado Laxmi que como cocos), pero las verdaderas maravillas están a unos kilómetros. Decidimos hacer un poco de deporte y fuimos andando a todos los sitios (unos 7km en total pero bastante pesado por el calor). El templo Vittala del siglo XVI es bastante impresionante (y su famoso carro hecho de piedra  que una vez caminaba de verdad). El recinto real unos kilómetros al sur tampoco decepciona. Estos son los únicos sitios en los que hay que pagar entrada. Pero en los alrededores de Hampi hay muchísimas ruinas, a veces incluso habitadas, situadas entre plantaciones de plátanos en un paisaje muy rocoso. Quizás esto es lo que más nos ha gustado de Hampi – ese ambiente tan rural.

Otro día alquilamos unas bicis para poder hacer más kilómetros. En un momento tuvimos que cruzar un río. Según el “oráculo” (nuestra inseparable Lonely Planet) se estaba construyendo un puente – vimos un puente pero estaba totalmente colapsado en la mitad así que cruzamos con las bicis en un pequeño barco. El otro lado era aún más rural, pasamos por pueblos sin huella de turismo y campos de verduras.

Nos quedamos en Gopi Guesthouse, en un sitio recomendado en la Guía que no está demasiado mal. Cenamos en el tejado todas las noches, en principio no pensamos que la comida fuera gran cosa pero después de unos días descubrimos que el listón no estaba demasiado alto aquí.

Para todos los que vengáis a Hampi: no os perdáis el mango lassi que preparan en el restaurante “Mango tree” en la orilla del río (se llama así porque el restaurante está debajo de un árbol de mango enorme).

Precios medios en Hampi:

Alquiler de una bici por un día: 70 céntimos

Habitación en Gopi Guesthouse: 10 euros

Entrada a al templo Vittala y Recinto: 4 euros

Con las bicis

Templo Vittala

Lotus Mahal

El carro de piedra

Cruzando el rio

Alrededores de Hampi

La calle principal de Hampi

Un hotel un poco rustico (no el nuestro)

Hampi

23 septiembre, 2011

Playa y pescadito fresco en Goa

15-22 de septiembre de 2011

Tras recorrer el Norte durante 6 semanas pensamos que nos merecíamos una semana de vacaciones “de verdad” antes recorrer el Sur.

La vieja colonia portuguesa de Goa nos pareció el sitio ideal. Playas preciosas, buena comida, un  ambiente “sosegado” y situado muy estratégicamente entre el Norte y el Sur. Hay playas dirigidas a un turismo tipo “todo incluido” y otras más estilo mochilero. Por supuesto optamos por el último y nos quedamos en Palolem, un pueblo un poco hippie con una playa larga y blanca.

De Mumbai (700km de Goa) cogimos un tren nocturno que llegaba a Canacona en el sur de Goa a las 3h de la mañana. Desafortunadamente, por una serie de factores, nos bajamos del tren cuando todavía faltaban 90 km para nuestro destino. El tren iba con mucho retraso pero como íbamos dormidos no nos enteramos y cuando sonó nuestra alarma pensábamos que estaríamos llegando.  No había nadie a quién preguntar y en la estación solo había carteles en hindi. Por lo cual, nos bajamos a ver si había alguien que nos podía confirmar si ya habíamos llegado y en 15 segundos el tren había arrancado otra vez. Así que allí nos quedamos. ¡El guardián de la estación tuvo que pensar que éramos unos pardillos! Nos abrió la salita de espera y allí esperamos hasta la mañana para coger un taxi que nos costó casi más que el tren J

Aparte de aquel incidente, nuestra semana en Palolem nos encantó. Septiembre todavía es temporada baja por el monzón, hay poca gente y mucha tranquilidad – el antídoto perfecto para las ciudades hiperpobladas del Norte. A veces cayeron chaparrones pero también pudimos tomar el sol – y en temporada baja los precios de los hoteles bajan un montón. Aprovechamos estos descuentos y nos quedamos en un hotel un poco mejor que normalmente costaba unos 50 euros/noche pero que nos dejó por 20. El Palolem Green Inn nos ha encantado, un poco apartado, habitación impecable y muy cómoda y con wifi gratuito.

También nos pegamos unas buenas comidas, sobre todo de pescado ya que llevábamos más de 6 semanas a dieta vegana. ¡Y menudo pescado! Super fresco, buenísimo a la plancha y no tan caro.

No tenemos mucho más que contar porque no hemos hecho más que tumbarnos en la playa, jugar a las cartas y comer bien. También hemos aprovechado el wifi gratuito del hotel para planear un poco el resto del viaje y organizar nuestra visita a la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur.

El tiempo pasa demasiado rápido aquí; los días se podrían convertir en semanas muy fácilmente…Pero todavía nos faltan muchas cosas que ver y hacer en la India así que tenemos que aprovechar el tiempo – en Kerala esperamos volver a la playa de nuevo.

Precios medios en Goa:

Un banana lassi (batido indio) en un chiringuito en la playa: 70 céntimos

Una cena de lujo con pescado fresco: 8 euros

Habitación doble en Hotel Palolem Green Inn: 20 euros

Playa por fin!

Tren de noche Mumbai-Goa

Los primeros dias llovia mucho

Playa de Palolem

Pescadito fresco

Nuestro chiringuito favorito en la playa