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6 septiembre, 2014

Visita exprés a Vietnam

Llevamos unos 10 días en Vietnam y ya nos toca volver… Se nos ha pasado muy rápido el tiempo, y podemos decir con certeza que Vietnam se merece más tiempo! Nos ha encantado! La comida, los paisajes, la gente siempre sonriendo (en general, aunque hay algún que otro pesado).

Empezamos en Hanoi, la capital, adonde habíamos volado desde Guangzhou. Vietnam ocupa el puesto número 13 de los países más poblados del mundo, casi 90 millones de habitantes, y la capital tiene casi 7. A pesar de eso nunca tuvimos la sensación de estar en una mega ciudad. Nos quedamos en el centro, cerca del Barrio Antiguo, y no se parece nada a una metrópolis. El barrio antiguo es una locura de impresiones, olores, ruidos… y no poco caótico. Hicimos un poco de sightseeing obligatorio: La Maison Central (la antigua cárcel), El templo de Literatura, el Museo de Ho Chi Minh… Como otros antes (Lenin, Stalin) y otros posteriores (Mao), el “Padre” del país también tiene su mausoleo. Esperábamos unas colas impresionantes para entrar pero cuando llegamos no había más que dos guardias. Resulta que durante dos meses al año llevan el cuerpo a Rusia para su “mantenimiento”.

En el barrio antiguo de Hanoi

En el barrio antiguo de Hanoi

Visitando al Barbero

Visitando al Barbero

Nos hinchamos de comida vietnamita! Tallarines, arroz con marisco, unos crepes salados que uno mismo llena en la mesa con verduras y salsa de cacahuete. Y el favorito: Rollitos de primavera frescos, que no tiene nada que ver con la versión frita. En Vietnam, más que ningún otro país del SEA que hemos visitado, a la gente les encanta la vida en la calle… Allí hacen todo; los negocios, cortan las verduras, lavan los platos y sobre todo, comen y beben. Las calles están llenas de pequeños puestecitos con sillas y mesas de plástico de escasos centímetros de altura. La Bia Hoi, o cerveza fresca, está en todas partes y cuesta unos 15 céntimos. También tienen mucha cultura cafetera. El café típico vietnamita (también hay sitios más internacionales con capuccinos y frapuccinos), es bastante fuerte pero muy aromático y se sirve solo o con leche condensada. En una cafetería escondida en un callejón probamos el “Egg Coffee”. La verdad que no sabíamos que esperar con ese nombre pero al final era café vietnamita con una buena capa de lo que parecía merengue.

Nos atrevemos con el egg coffee?

Nos atrevemos con el egg coffee?

Probando un egg coffee

Probando un egg coffee

 

Comida en la calle

Comida en la calle

Puesto en la calle

Puesto en la calle

El personal del hostal Golden Times era muy simpático y desde allí reservamos la excursión a Halong Bay, de visita obligada para cualquier visitante a Vietnam. En principio íbamos a pasar 2 días en la Bahía, y la noche en un barco romántico… pero al final debido a una tormenta sólo pudimos hacer un tour de un día. Siempre hemos dicho que si tardas más en llegar a un sitio que el tiempo que pasas viéndolo, hay que pensar bien si merece la pena. El viaje fueron tres horas de ida y otras tres de vuelta y pasamos muy poco tiempo en la Bahía. Valió la pena? Habría sido mucho mejor dormir en el barco, aparte que podrías ver la puesta de sol y el amanecer, y llegábamos a la parte “más chula” de la bahía. Dicho esto, nos lo pasamos bien con el grupito internacional. Mientras nos daban de comer en el barco, navegábamos hasta unas islas chulas. Allí nos quedamos media hora haciendo kayak por unas calas. Luego seguimos a otra isla donde visitamos una cueva… Ya ya está… A volver otra vez a Hanoi. Después de ver un paisaje impresionante en Xingping la semana anterior quizás no nos pareció tan chula esta parte de la Bahía, habrá que volver un día para verlo bien.

Halong Bay

Halong Bay

Cueva en Halong

Cueva en Halong

En Kayak

En Kayak

Otro día hicimos una excursión de día a Hua Lua y Tam Coc. Fue un día entretenido, otra vez con un grupo majete. Primero paramos en Hua Lua, el antiguo capital de Vietnam y luego en la zona de Tam Coc, también conocida como Halong Bay sobre tierra. Allí hicimos una ruta en barco de remos, pasando por tres cuevas o túneles. Estaba chulo, hasta que empezó a llover a cántaros. Eso no era un problema para nuestro remero, que en un abrir y cerrar de ojos, sacó un paraguas y empezó a remar con los pies.

Hua Lua

Hua Lua

Tam Coc

Tam Coc

De Hanoi nos fuimos en un tren de noche a Hue, en el centro de la larga costa de Vietnam. Qué bien se viaje en tren en Vietnam! Menuda diferencia con la 4ª clase de los trenes chinos. Desafortunadamente, por un fallo de comunicación, nos metimos en un tren que no era y perdimos el nuestro. Por suerte salía otro tren 4 horas más tarde y pudimos comprar unos billetes en el último momento, cada uno en un extremo del tren.

Pasamos sólo un día en Hue, visitando su “Ciudad Prohibida” y comiendo platos típicos de la zona. Después de una noche en un hotel “boutique” encantador cogimos un bus al sur.

Ciudad prohibida de Hue

Ciudad prohibida de Hue

En el tren (equivocado)

En el tren (equivocado)

Deliciosos crepes de Vietnam

Deliciosos crepes de Vietnam

4 horas más tarde llegamos a Hoi An, la última parada de este viaje y un favorito!

Hoi An tiene un poco de todo! Una playa fantástica, un centro precioso sin tráfico, paseos al lado del río, restaurantes para todos los bolsillos y gustos, rutas en bici por campos de arroz. No hay tanto que contar de los días aquí, aunque para nosotros fueron los que más recordaremos con cariño.

Hoi An de noche

Hoi An de noche (II)

Hoi An de noche (II)

Playa de Hoi An

Playa de Hoi An

Solos en el Paraiso

Solos en el Paraiso

Hoi An

Hoi An

De Hoi An volvimos a Hanoi para coger el vuelo a Bangkok, donde pasaremos día y medio, y cogeremos el vuelo de vuelta a España.

Han sido unos días geniales en Vietnam y nos habría gustado pasar más tiempo aquí, sobre todo después de unos cuantos días duros en China. Más razón para volver!

15 agosto, 2014

Las capitales del Norte y Sur

Desde Shanghái, nuestra ruta continuaba hacia el norte y la Capital, Beijing, una metrópolis de más de 19 millones de habitantes. Aquí aprovechamos el excelente servicio de trenes de alta velocidad e hicimos el viaje de más de 1200 kms en menos de 5 horas (más tarde aprendimos que esta era una excepción y que lo normal para esa distancia eran unos 15 horas o más…).

Llegábamos a Beijing y ya sabíamos la marcha (¡todos las estaciones parecen exactamente iguales y el sistema de metro también!). Buscamos nuestro hostal que estaba bien escondido en un callejón en un barrio donde no había ni Starbucks ni SevenEleven. Pero el personal hablaba (un poco) de inglés! Aprovechamos esta ocasión excepcional y le interrogamos sobre las diferentes posibilidades de visitar la Muralla China. Lo puede hacer uno por su propia cuenta o contratar un tour que te recoja en el hostal. La segunda opción parecía más fácil. Y tours hay varios también; zonas más salvajes, zonas más turísticas, más cerca o más lejos de la ciudad… Una parte de la Muralla tenía hasta un tobogán! Al final elegimos un tour que incluía un poco de todo, no del todo salvaje ni tan turístico y fue un acierto. Después de reservarlo nos dimos un paseo por el centro, plaza de Tian´anmen incluida, y cena ligera en un mercadillo nocturno donde había bichos de todo tipo (escorpiones, tarántulas…optamos por algo que parecía más seguro: unos wontons).

En Tian'anmen, con la Ciudad Prohibida al fondo

En Tian’anmen, con la Ciudad Prohibida al fondo

Los paparazzis

Los paparazzi

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Temprano el día siguiente ya estábamos montados en el autocar para ir a la Muralla. Con el tráfico de Beijing tardamos casi dos horas en llegar. Quizás porque escuchábamos historias de la Muralla desde niños, o por haberla vista en fotos o en referencias, o porque es lo que más relacionas con China… pero realmente entendimos por qué se considera una de las siete maravillas del mundo moderno.

Los 6000 km de Muralla no son continuos. Hay tramos que están protegidos de manera natural por ríos o precipicios, y hay muchos tramos que están en estado de ruinas. De hecho, hace tan solo unas décadas, no se le daba gran valor histórico e incluso cualquier persona podía ir a coger piedras para la construcción de sus casas, calles etc. Más tarde se dieron cuenta del gran potencial turístico y empezaron una restauración de algunos tramos.

Aquí vimos más extranjeros que en el resto de China combinada. Pero tampoco fue una exageración, y sorprendemente pocos chinos (y eso es decir algo!). El paseo por la Muralla fue fantástico… Íbamos subiendo cada vez más hasta llegar arriba de la montaña donde empezaba la Muralla en estado más salvaje. Por suerte, también nos acompañó el tiempo.
De vuelta a Beijing por la tarde, fuimos a un barrio conocido por sus “hutongs”, pequeños callejones al estilo tradicional. ¡Que diferente esto a Shanghái! Cómo dice nuestra amiga Damaris, un país de contrastes.

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La Gran Muralla China

El día siguiente lo dedicamos al centro de la ciudad. Madrugamos bastante (o eso pensamos, pero los chinos madrugan más) para ver la plaza Tian´anmen de día y el Mausoleo de Mao. Para entrar en la plaza había que hacer cola y control de seguridad, y ya estando dentro de la plaza había que hacer otra cola y control de seguridad para entrar en el Mausoleo… Y esto con miles de turistas chinos. Hay que recordar que son 1/6 de la población mundial, y que la mayoría de la población viven en sus megaciudades en la parte este del país, y todos estaban de vacas en agosto… Bueno, lo podéis imaginar! La visita al Mausoleo fue en un abrir y cerrar de ojos ya que nos metían mucha prisa para pasar. Pero pudimos entender por qué el Maoismo se considera casi una religión.

Después fuimos a la Ciudad Prohibida, el complejo de palacios más grandes del mundo (cuántos superlativos en China!!). Se llama así porque en el tiempo de los emperadores la entrada era prohibida a los que no pertenecían a la corte (y el precio una decapitación), afortundamente ahora se puede entrar por unos 7 euros y conservar la cabeza en su sitio. El lugar es enorme y después de unas horas el calor y las multitudes casi habían acabado con nosotros, así que nos fuimos a un café con comida occidental recomendado en la Lonely.

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Ciudad Prohibida

Por la tarde nos acercamos con el metro al “Mercado de la Seda”. Con ese nombre me imaginaba un bazar tradicional al estilo de la ruta de la seda, estaba equivocada, jeje… Es un centro comercial de 5 plantas donde venden todo tipo de imitaciones. Tienen que pasar muchos españoles por allí porque todos los vendedores nos gritaban Balato, balato y Tacaña! (pero todavía no habían aprendido la frase popular entre los vendedores del bazar en Estambul : Calidad Corte Inglés, Precio de Mercadona!).

El último día en Beijing cogimos el metro al Palacio de Verano, un parque con un lago artificial enorme y varios pabellones y templos. Llegamos a las 9 en punto, cuando abrían, y la primera media hora había bastante poca gente.

Por la tarde vimos dos de los templos más importantes de Beijing (por suerte están uno al lado del otro), El Templo del Lama y el Templo de Confucio. El primero es un templo budista que alberga una estatua de Buda gigante de 26 metros, tallada de un solo tronco de árbol. El templo de Confucio es uno de los primeros del país (todas las ciudades tienen uno). Aunque el confucionismo no es estrictamente una religión, sino más bien una ideología o principios éticos, ha influido y sigue influyendo mucho sobre la sociedad china.

Templo de Confucio

Templo de Confucio

Templo del Lama

Templo del Lama

Templo del Lama

Templo del Lama

Palacio de Verano

Palacio de Verano

Caligrafista en el Palacio de Verano

Caligrafista en el Palacio de Verano

Barco de Mármol, Palacio de Verano

Barco de Mármol, Palacio de Verano

Guardianes de la casa, en el tejado

Guardianes de la casa, en el tejado

Churros "made in China" con helado

Churros «made in China» (con helado)

 
Nos queríamos despedir la última noche en Beijing con una cena típica del plato estrella de la capital, el pato laqueado (los dos vegetarianos comeríamos la guarnición ;), pero no tuvimos suerte… Por lo visto los restaurantes de reputación alguna cierran todos prontos, o por lo menos no fuimos capaces de encontrar uno abierto a las 21.30 de la noche. Improvisamos en un sitio que tenía marisco y no estaba mal. Cogimos el último metro (a las 23h) para el hostal y nos dimos cuenta que los chinos se recogen pronto aunque tengan vacaciones y sea viernes… Por primera vez el tren iba medio vacío!

Al final, en perspectiva, creo que habría estado bien otro día más en Beijing. Nos dejamos bastantes cosas sin ver! Pero ya teníamos los billetes comprados para ir en el tren rápido a Nanjing, una ciudad a unos 300 km al Norte de Shangai. “Sólo” tenía unos 4 millones de habitantes (vamos, casi un pueblo!). Probablemente no reciba mucho turismo extranjero (vimos dos extranjeros en los días que estuvimos aquí), y ni siquiera parecía en la guía de Damaris, aunque en la nuestra sí. Así que un poco nerviosos estábamos a ver que íbamos a encontrar. La ciudad nos pareció un cambio agradable. No tantas multitudes y muchos sitios para pasear. Por la noche paseamos al lado de un canal, las casas antiguas iluminadas con luces y farolillos… realmente mágico. Tuvimos un pequeño percance en el hostal. Cuando entramos nos miraban con una cara de sorpresa, a lo mejor era la primera vez que un extranjero pusiera pie dentro. Los jóvenes tras el mostrador no hablaban ni UNA palabra de inglés y se comunicaron con nosotros vía el traductor del móvil. Les enseñamos la reserva que habíamos hecho en Booking y nos escriben que “no tienen permiso para alojar a turistas extranjeros”. Habíamos leído en la guía que hay muchos sitios en China que sólo permite a alojarse los chinos, de hecho ahora entendemos que no necesitan a los extranjeros para nada porque con su propia población llena todos los hoteles que quieran. Pero habíamos dado por hecho que si un sitio está en Booking en inglés y no pone nada de restricciones, pues que no habría problema. Bueno, después de unas cuantas llamadas y de escanear todas las hojas de nuestros pasaportes, nos dan una habitación (de hecho, muy chula!). Ah, y nos preguntaron si estábamos casados… No sabemos si lo pudieron verificar de alguna manera…

Al día siguiente nos fuimos a ver el Nanjing Massacre Memorial Hall que conmemoraba a los 300 000 víctimas de Nanjing que murieron en un ataque de los japoneses en la segunda guerra mundial. En esa época, Nanjing era la capital de China y un punto estratégico para la invasión japonesa. Es un museo bastante macabro, pero interesante, y te hace pensar de lo que somos capaces los seres humanos…

Por la noche cenamos en un pequeño restaurante donde nadie hablaba inglés pero fueron la gente más amable que habíamos visto desde nuestra llegada (en general los chinos no son muy serviciales…). Les enseñamos el papelito de “vegetariano” y les dejamos elegir por nosotros. Estaba todo buenísimo!

Memorial de la masacre de Nanjing

Memorial de la masacre de Nanjing

Nuestro restaurante favorito en Nanjing

Nuestro restaurante favorito en Nanjing

Con nuestro camarero favorito

Con nuestro camarero favorito

Templo de Confucio en Nanjing

Templo de Confucio en Nanjing

Nanjing por la noche

Nanjing por la noche

A la mañana siguiente nos fuimos a la estación de autobuses (ya habíamos comprado los billetes nada más llegar de Beijing – como controlamos ya!) y nos montamos en un autobús que nos llevaría a Huangshan, en una zona montañosa en la región de Anhui, unos 300 km al sur.

Siguientes aventuras pronto…Solo podemos decir que tenemos las peores agujetas de gemelos que hemos tenido jamás!

PD: Bei significa Norte y Nan, Sur. Jing es capital.

PD2: A las familias chinas les encanta ir vestidos todos igual (y también a las parejas)! ¿Quizás para tener controlados a todos entre las multitudes? Estamos considerando seguir esta tendencia… ¿Que pensáis?

Familia siguiendo la moda

Familia siguiendo la moda

Tienda de camisetas familiares en Nanjing

Tienda de camisetas familiares en Nanjing

28 julio, 2014

De vuelta a Chiang Mai : Parte 1

De Sukhothai cogimos otro autobús hacia el norte, aprox.350 kms y 5,5 horas en autobús. Poco a poco se veía cambiar el paisaje, más montaña y casas típicas de algunas etnias del norte.

Hace casi tres años estuvimos poco más de una semana en Chiang Mai y nos quedamos encantados. Aunque el tiempo fue más fresquito, seco y agradable la última vez (fue en noviembre), Chiang Mai nos sigue gustando.

Esta ciudad de 150 000 habitantes es como un tienda de chuches, o más bien un supermercado bien abastecido, para el mochilero. Hay de todo para todos los gustos:

  • Eco-trekking y turismo sostenible en la jungla y en la montaña
  • Rafting, tirolina, escalada etc
  • Campamentos de elefantes y tigres rescatados.
  • Muchos templos (la mayoría con entrada gratis)
  • Cursos de yoga, meditación, de cocina, de tailandés, de masajes.
  • Pequeños establecimientos de masajes en cada esquina que ofrecen una hora de masaje thai por alrededor de 4 euros.
  • Restaurantes de todo tipo (muchos vegetarianos jeje) y para todos los bolsillos, desde sitios internacionales muy cool y pequeños puestecillos en el mercadillo nocturno donde puedes comer un plato de pad thai por menos de un euro.

Todo está muy bien de precio; alojamiento, actividades y comida, y la relación calidad-precio probablemente lo mejor que hemos visto hasta ahora en nuestros viajes. Los vendedores y conductores de tuk-tuk son menos pesados aquí que en otros sitios en Tailandia donde te pueden agobiar bastante.

El único inconveniente es que está un poco lejos del mar, 700 kms, y el tráfico puede ser bastante horrible.

Bueno, ya os he explicado porque nos gusta tanto Chiang Mai, no os sorprendáis si algún día volvemos por tercera vez.

Y por fin, ya voy a dejar a promocionar Chiang Mai como destino turístico y vamos con el relato de nuestros días aquí:

Nos quedamos en pequeño hotel, el Top Garden Boutique, donde ya nos habíamos alojado una vez. Victor, el amable dueño, y su mujer nos ayudaron a organizar todas las actividades de la semana.

Entrada al nuestro acogedor hostal

Entrada al nuestro acogedor hostal

Día 1
El primer día hicimos un poco de turismo urbano por Chiang Mai, visitando los principales templos de la ciudad y por la noche conociendo el Saturday Night Market, que como podéis deducir solo se hace los sábados. Es una locura de mercadillo, donde puedes encontrar de todo; desde las típicas baratijas para turistas que puedes encontrar en cualquier sitio de Tailandia, hasta artesanía de verdad a precios muy interesantes. También hay todo tipo de comida de calle; cucarachas fritas, un dulce que parece alquitrán, cocos frescos y el postre favorito, mango sticky rice (arroz pegajoso con sabor dulce y rodajas de mango).

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Día 2
Para el domingo habíamos reservado para los seis una aventura en lo alto de la jungla. Fue todo un acierto! En Chiang Mai hay varias compañías que ofrecen tirolina en la jungla. Escogimos una llamada Eagle Track que nos recomendó Victor y estaba muy bien. Durante dos horas hicimos un recorrido por la jungla, pasando por 16 tirolinas de varios tamaños, puentes colgantes y saltos de hasta 30 metros. Después como prueba nos dieron una camiseta y un diploma (y el almuerzo, ya que después del subidón de adrenalina teníamos hambre aunque solamente eran las 11 de la mañana). Hay que reconocer que esta compañía era bastante más profesional que “la Experiencia Gibbon” que hicimos en Laos hace 3 años.

Aquí había una cuerda de seguridad, cascos y 4 monitores para nuestro pequeño grupo de 14 personas mientras que en Laos era más bien “bajo tu propia responsabilidad” y el guía (un chiquillo de 14 años) nos dejó solos en medio de la jungla. Bueno, ya después de sobrevivirlo, daba por supuesto una sensación de logro bastante grande, aunque no nos hubieran dado un diploma.

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El equipo al completo

El equipo al completo

Día 3
Algunas se quedaron por la ciudad haciendo compras (cuidado con las pastas de dientes, en Tailandia las hay saladas!!) y viendo más templos. Otros hicimos una excursión de unas horas a Doi Suthep, uno de los templos más importantes del Norte, situado en las montañas al noroeste de la ciudad con buenas vistas. Es uno de los pocos que cobran entrada a los extranjeros, pero por 80 céntimos no deberías dejarlo pasar. Aún después de haber visto bastantes templos en estas últimas semanas, éste nos pareció muy interesante. Quizás por su localización, por su estupa dorada o por los 300 escalones que llevan hasta allí…

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Templo Doi Suthep

Después el Song Thaw (medio de transporte por excelencia en el Norte), nos llevó a un pueblo Hmong (una de las etnias del Norte) más alto en la montaña (ojo con las curvas!!). Nos soprendió bastante, ya que nos habíamos esperado una cosa bastante turística y aunque siguió siendo turística, era un pueblo muy tranquilo, las vistas preciosas y un descanso del bullicio de la ciudad.

Pueblo Hmong en la montaña

Pueblo Hmong en la montaña

Día 4
¡Ya tocaba otra aventura! Para el cuarto día reservamos otra excursión, y por lo que vimos, una bastante popular, porque todo el mundo lo ha hecho o lo quiere hacer. Incluye un poco de todo, te lo pasas genial y sale muy bien de precio. El día fue más o menos así:

Primera parada de 15 min: granja de orquídeas y mariposas. Allí ves flores muy bonitas y aprovechas para ir al baño.

Dos manchegas en elefante

Dos manchegas en elefante

Luego llegamos al campamento de elefantes, donde de dos en dos subes a un elefante desde una plataforma y te dejas llevar por él durante media hora o así por un camino de tierra, pasando por un paisaje muy sereno. (No seas tacaño y cómprale la bolsa de plátanos que vende una señora nada más bajar del song thaw. Tu elefante va a pedir pequeñas recompensas con su trompa todo el rato). Habíamos escuchado acerca de abusos de animales en Tailandia. En este campamento de elefantes rescatados, por lo que vimos, los animales parecían estar bien cuidados, aunque un poco aburridos quizás. También vimos a los voluntarios que pasan el día (o varios) en el campamento, alimentando y lavando a los elefantes, y parecía una cosa que nos gustaría hacer un día.

Después de los elefantes, almuerzo. Unos noodles vegetarianos que venían envueltos en una hoja de árbol (así no tenían que fregar después). Luego tocaba una ruta de senderismo de aproximadamente una hora. No eran muchos kilómetros, pero el camino cruzaba varias veces el mismo río, a veces por puentes de bambú, otras veces un tronco y algunas piedras… Nuestra guía, una chica de 17 años o algo así, en sus Converse, nos metía buenas prisas para llegar a la cascada. Allí nos pudimos bañar (el agua no está nada caliente, pero después de caminar con aquel sol y humedad, daba un gusto…)

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Senderismo Chiang Mai

Volvimos por el mismo camino y nos preparamos para el rafting. Después de una mini clase, nos subimos a la barca los seis más el monitor. Lo pasamos genial y nos mojamos mucho. Luego llegamos a un sitio donde el agua corría menos y nos cambiamos de medio de transporte a una pequeña barquita de bambú (básicamente unos troncos de árbol atados con una cuerda).

En la balsa listos para el rafting

En la balsa listos para el rafting

Agárrense que vienen curvas!

Agárrense que vienen curvas!

Montados sobre el bambú

Montados sobre el bambú

Llegamos al final del recorrido, cansados y mojados, pero contentos del día. Dos horas después de vuelta en Chiang Mai, justo a tiempo a un masaje thai y una buena pedicura.
Estoy viendo que este post se está haciendo muy largo así que de momento os dejo aquí con la parte 1 ¡Hasta muy pronto!

Precios medios:
Autobus Sukhothai- Chiang Mai: 5 euros
Habitación en Top Garden: 8 euros/noche
Un plato de mango sticky rice: 50 céntimos
Eagle Track: 39 euros
Excursión de “aventura” de todo el día con comida incluída: 19 euros

12 noviembre, 2012

Colombia Parte 1: ¡A la orden, amigos!

3 – 11 de noviembre de 2012

De Quito volamos a Medellín- un vuelo de 1,5 h más o menos. Teníamos muchas ganas de conocer este último país del viaje, todos los viajeros que habíamos conocido nos habían hablado maravillas de Colombia.

Nos quedamos solo dos noches en Medellín. Es una ciudad grande y bulliciosa, y hace 15 años era una de las ciudades más peligrosas del mundo debido la guerra entre narcos y sus sicarios y la policía. La situación ha mejorado mucho desde entonces, y sobre todo los barrios residenciales fuera del centro son muy agradables, con muchos restaurantes, parques etc. Pero el centro, en nuestra opinión, no es muy atractivo… de hecho, bastante sucio, docenas de personas tiradas en la calle, algunas personas tomando drogas a la vista, niños que esnifan pegamento… Sin embargo, La Floresta, el barrio donde estaba nuestro hostal, estaba bastante cuidado. Allí tuvimos nuestra primera experiencia en un supermercado colombiano. Estaba totalmente abarrotado de gente, con el reggaetón a tope. Nos sorprendió la cantidad de “gente guapa” que hay en este país. De hecho, aunque no lo podemos confirmar con un estudio científico, tiene que ser el país con más gente guapa por km2- y se arreglan mucho, hasta para ir al súper.

Centro de Medellín

Centro de Medellín

Bullciosas calles de Medellín

Bullciosas calles de Medellín

De Medellín el plan inicial era coger un autobús de noche a Cartagena pero nos enteramos que en Colombia los autobuses no son nada baratos. De hecho, nos salió igual de precio el vuelo “low-cost” de 1 hora que 12 horas de autobús. Así que en una hora y pico estábamos en la costa caribeña. Al bajarnos del avión con nuestras mejores botas de trekking, casi nos da un golpe de calor! En Cartagena siempre hace calor, 365 días al año, y hay mucha humedad. Ningún hostal tiene agua caliente, pero podemos asegurar que no hace falta para nada.

Cartagena es la quinta ciudad más grande del país, con más de 1 millón de habitantes. Como la mayoría de mochileros, nos quedamos en la ciudad vieja, en el barrio de Getsemaní. Aunque también lo llaman “barrio de las luces rojas”, con más de un personaje sospechoso, la zona es muy bonita, con cafés acogedores y casas coloniales cubiertas de buganvilla.

El mágico casco viejo está a 10 min andando. Es una de los centros coloniales más bonitos del continente, y uno de los más antiguos. Es el sitio ideal para perderse un poco. Está lleno de plazas adoquinadas rodeadas de pequeñas tabernas, bonitas iglesias, vendedoras de fruta con coloridos vestidos estampados, viejas mansiones coloniales con su abuelita sentada en el portón… La vieja muralla, que solía proteger a la ciudad de los piratas, es el sitio perfecto para pasear por encima para ver la puesta del sol. ¡Pero cuidado que no te atropelle un caballo! También se orgullece de tener unos de los centros más seguros del país, con un policía en casi cada esquina. (Aparte de la gente guapa, Colombia también tiene que ser el país con más policías por km2). Aunque en Cartagena el ambiente es tan benévolo que es difícil creer que algo pudiera pasar allí.

La otra parte turística de Cartagena, y donde se quedan la mayoría de  turistas colombianos, es Bocagrande, a 2 kms del centro histórico. Allí hay hoteles caros, algunos restaurantes guays, rascacielos y una playa urbana larga y sorprendentemente limpia. El inconveniente más grande es la gran cantidad de vendedores de fruta/cerveza/cocos/carpas/tours/trenzas, masajistas que te ofrecen sus servicios constantemente, todos con la frase: ¡A la orden, amigos! Eso al final cansa un poco, pero bueno, es parte de la experiencia y todos nos tenemos que ganar la vida de una manera u otra.  Pero lo bueno aquí es que normalmente no van a por ti por el “factor gringo”, ya saben que la mayoría de las veces  vas a decir “no gracias”. Están más solicitados por los turistas colombianos que parecen necesitar muchas cosas cuando veranean.

Quizás por ser el último país del viaje nos venimos sin hacer los deberes (es decir, sin leer el capítulo en la Lonely) y nos pilló de sorpresa el Carnaval de Cartagena: durante 4 días sin interrupciones  se celebra la independencia de la ciudad el 11 de noviembre y a la vez se elige a la Miss Colombia del año (los concursos de belleza son todo un espectáculo en este país). Son 4 días de muchos desfiles, ron y aguardiente antioqueño, reggaetón y salsa, pelucas, harina, sprays que lanzan espuma, etc, etc. ¡Ha sido una experiencia interesante! Lo único malo es que todos los negocios cerraban y a veces (incluido la noche de mi cumple) no había más para cenar que fritanga colombiana (que no es tan mala, o al menos no en pequeñas dosis).

Un día aprovechamos para escapar de la abarrotada ciudad en una excursión en barco a las Islas del Rosario y Playa Blanca. El viaje en sí fue entretenido. La mayoría de la gente eran turistas colombianos muy simpáticos, algunos con su cerveza, aguardiente y equipo de música. El “guía”, tras contar algunas cosas de la historia de Cartagena, se dedicó durante el resto del viaje a “animar”: concursos de baile, muchos chistes, música caribeña a tope y hasta un medio strip-tease! Llegamos para comer en Playa Blanca, pescadito frito acompañado de arroz con coco. Se considera una de las playas más bonitas del país y tiene todo lo que uno espera de una perfecta playa caribeña: agua cristalina, arena blanca y fina, palmeras, y chiringuitos que venden coco frío. Y mucho menos de lo de “a la orden, amigos”. Queríamos quedarnos una noche en uno de los hostales básicos (léase hamaca bajo un mosquitero) pero no fue posible porque no había vuelta a Cartagena el día siguiente debido a las fiestas.

Nuestro plan para Colombia era muy ambicioso, demasiado ambicioso. En 3 semanas queríamos ver la costa caribeña, la zona cafetera, los pueblos afrocaribeños, las montañas, los pueblitos coloniales perdidos- vamos, la mitad del país. Como podéis ver, de momento no vamos por buen camino: llevamos más de una semana y todavía seguimos en la playa! Ya lo hemos dicho antes y sabemos que puede ser difícil de entender pero la verdad es que ¡ir de mochileo CANSA! Durante nuestros últimos 6 meses en Sudamérica hemos ido o bien con forro polar, chubasquero o bien muriéndonos de calor y ninguna playa a la vista.  En resumen, teníamos ganas de desplomarnos en una playa, y por ahora no nos queremos mover de allí. Pero por lo visto no somos únicos- hemos conocido a viajeros que tardan semanas en recorrer esta bonita costa y no se van hasta que la resaca y las quemaduras de sol sean insoportables.

Precios medios:

Vuelo Medellín a Cartagena con VivaColombia: 50 euros (con equipaje facturado)

Excursión a las Islas del Rosario/ Playa Blanca: 15 euros

Entrada a la reserva de las Islas del Rosario: 10 euros

Habitación doble en Casa Baluarte, Getsemaní: 30 euros

Variedad de fritanga colombiana (arepas, papa rellena): 5 euros

 

Puesta de Sol en Cartagena (dedicada a la Tía Pili)

Puesta de Sol en Cartagena (dedicada a la Tía Pili)

Vista de la Muralla de Cartagena

Vista de la Muralla de Cartagena

Comprando un poco de "fritanga" colombiana

Comprando un poco de «fritanga» colombiana

Desfile callejero

Desfile callejero

Casco antiguo de Cartagena de Indias

Casco antiguo de Cartagena de Indias

Puesta de sol junto a la muralla

Puesta de sol junto a la muralla

Balcones en el casco antiguo

Balcones en el casco antiguo

Barrio de Bocagrande

Barrio de Bocagrande

Playa Blanca

Playa Blanca

Relajándonos en Playa Blanca

Relajándonos en Playa Blanca

17 octubre, 2012

Un poco de turismo urbano: Arequipa – Lima

7- 14 de octubre de 2012

Tras otro viaje en autobús de noche llegamos tempranito a Arequipa, la segunda ciudad de Perú, con casi un millón de habitantes. La altura es menor que en Cuzco, a 2300 m el clima es más agradable que en el altiplano.

Arequipa está en medio de un caldero geológico, rodeada por volcanes y los cañones más profundos del mundo. De hecho, cada día se registran unos 15 temblores leves (nosotros no notamos nada), y cada siglo ha habido por lo menos un terremoto fuerte que ha reducido la ciudad a escombros (el último grande fue en 2001). Desde la terraza de nuestro hostal teníamos unas vistas de los picos que rodean la ciudad- algunos de ellos son seismiles.

Teníamos muchos planes para nuestros días en Arequipa; que si íbamos a hacer trekking de varios días en el cañón del Colca o si subíamos el volcán Misti de 5800 m… Pero al final pasaron los días y no hicimos casi nada…hmm… creo que el viaje por fin está pasando factura. Pasamos unos días de turismo urbano muy agradables, en un buen hostal y con buena comida en un restaurante vegetariano (un chollo total) y algunas atracciones como el Convento de Santa Catalina.

La entrada al convento es un poco cara (10 euros) y aunque estés harto de ver edificios coloniales, este monasterio no se puede pasarse por alto. Es como una ciudad dentro de la ciudad, con pequeñas calles adoquinadas, plazas con árboles frutales, bonitos patios, claustros y muchos geranios. Durante siglos vivían aquí monjas de clausura, mujeres de familias ricas que mantenían sus costumbres dentro del convento. Cada una vivía en su propia casita y tenía sirvientas que cocinaban y lavaban la ropa. Las monjas solamente tenían que meditar, rezar y charlar con sus vecinas. Esto continuó durante siglos hasta que el Vaticano puso fin a estas prácticas, y la vida de las monjas se volvió mucho más austera. Desde los años 70 es un museo y la verdad es que está muy cuidado. Nos recomendaron ir un martes o jueves, cuando abren hasta las 20h. Cuando empieza a oscurecerse las calles se iluminan con velas y faroles  y parece que de verdad estás caminando en un pueblo medieval.

En Arequipa también celebramos el 30 cumpleaños de Raúl y nos fuimos a comer a un sitio francés unos crepes riquísimos (por supuesto hubo postre después: Volcán de Chocolate- también conocido como Chocolatíssimo en Gino’s). Después de 4 días de buena vida en Arequipa cogimos otro autobús de noche, con destino Lima, a 1000km de distancia.

Vista desde el mirador Yanahuara, Arequipa

Vista desde el mirador Yanahuara, Arequipa

De relax en la terraza del hostal

De relax en la terraza del hostal

Entrada al convento de Santa Catalina

Entrada al convento de Santa Catalina

Geranios en una de las calles del monasterio

Geranios en una de las calles del monasterio

Uno de los claustros del monasterio

Uno de los claustros del monasterio

Anochece en Santa Catalina

Anochece en Santa Catalina

¡Feliz Cumpleaños, Raúl!

¡Feliz Cumpleaños, Raúl!

Esta vez fuimos con Cruz del Sur, la mejor compañía de autobuses en Perú (y probablemente la más cara). Pero como el tramo entre Arequipa y Lima es accidentado y ha habido problemas con secuestros y robos, decidimos pagar un poco más e ir tranquilos. Y la verdad es que te cuidan mucho: nuestro bus olía a limpio (¡incluso el baño!), te dan una cena caliente (similar a la de un vuelo), las pantallas funcionan para ver pelis y hay hasta wifi.

El viaje a Lima duró unas 16 horas, y en la terminal de Cruz del Sur de Lima nos esperaba nuestro pick-up para llevarnos al hostal. En Lima por lo visto hay muchos taxis poco oficiales y no es muy recomendable subir a cualquiera, sobre todo si vas con todas tus pertenencias.

La verdad es que nuestras expectativas de Lima no eran muy altas. A ninguno de los viajeros que habíamos conocido en Sudamérica le había gustado la ciudad, y por lo que nos contaban, sonaba a un sitio gris y peligroso. Sólo pasamos dos noches aquí, pero nuestra impresión fue bastante mejor. No tan cosmopolita como Buenos Aires, ni tan espectacular como La Paz, pero tiene sus lados bonitos.

Nos alojamos, como muchos mochileros, en el barrio residencial de Miraflores. Este barrio está a unos 7 km del centro de Lima, cerca de la costa y tiene todo tipo de restaurantes, cafés y centros comerciales. También es uno de los barrios más seguros de Lima, incluso por la noche. Una mañana nos fuimos al centro en micro (el sistema de transporte por excelencia en Sudamérica: minibuses que hacen una ruta fija donde puedes subir y bajar en cualquier momento). Comparado con otras capitales que hemos visitado en el continente, el centro de Lima no impresiona mucho. Hay algunos edificios coloniales alrededor de la Plaza de Armas y unas iglesias bonitas, pero nos pareció que no tenía tantos atractivos como otras ciudades, como por ejemplo la bonita Arequipa. Estuvimos esperando un rato en el punto de encuentro para los tours gratuitos (como en muchas otras capitales son gente joven que trabaja a base de propinas), pero no apareció nadie, así que nos fuimos a comer ceviche (pescado crudo macerado), el plato limeño por excelencia – y nuestro estómago no sufrió ningún efecto no deseado.

El resto del tiempo en Lima lo pasamos en los barrios de Miraflores y Barranco (el barrio bohemio de Lima), paseando a lo largo de la costa, y tomando un buen café en el café Havanna (cadena que conocimos en Argentina) en centro comercial LarcoMar, situado verticalmente en un acantilado y con vistas espectaculares de la costa.

Tras estas 48 horas en Lima tocaba otro autobús de noche, 15h hasta la ciudad de Piura en el norte de Perú. De allí nos iríamos directamente a la frontera ecuatoriana. La verdad es que no tenemos la sensación de haber conocido Perú, como por ejemplo teníamos en Bolivia o Argentina. Pero es difícil conocer una país del tamaño de España y Francia juntas en solamente dos semanas y media. Nos faltaron muchos lugares por conocer, como por ejemplo Huaraz donde se supone que se puede practicar el mejor trekking andino del continente, o la cuenca del Amazonas que ocupa más de la mitad del país. Pero queríamos tener el tiempo suficiente para ver algunos sitios de Ecuador, sin tener que correr mucho. Así que tenemos excusa para volver algún día a Perú – ¿quién quiere acompañarnos?

Un plato de delicioso Ceviche

Un plato de delicioso Ceviche

Costa de Lima, en el barrio de Miraflores

Costa de Lima, en el barrio de Miraflores

En la costa, con parapentes (que no gaviotas) al fondo

En la costa, con parapentes (que no gaviotas) al fondo

Plaza de Armas en Lima

Plaza de Armas en Lima

En el centro de Lima

En el centro de Lima

Una de las numerosas iglesias de la ciudad

Una de las numerosas iglesias de la ciudad

 

Precios medios:

Habitación doble en la posada “Casa de Ana” (con super desayuno incluido): 25 euros/noche

Menú del día en restaurante vegetariano Mandala en Arequipa: 2 euros

Viaje en autobús Arequipa – Lima con Cruz del Sur: 30 euros

Habitación doble en hostal normalito en Lima: 20 euros

Plato de ceviche en un restaurante limpio: 2,5 euros

Viaje en autobús Lima – Piura con Cruz del Sur: 27 euros

9 octubre, 2012

Caminatas, mosquitos, tirolina, bicicleta, agujetas y, al final, Machu Picchu

27 de septiembre – 6 de octubre de 2012

Salimos con unos días de retraso de Santa Cruz debido a los bloqueos (pero no nos importaba nada, estábamos tan a gusto en la casa de Gabri y Daniela!). Al final volamos a La Paz donde cogimos un bus a Copacabana directamente en la carretera, después de unas cuantas visitas a La Paz habíamos aprendido que no hace falta entrar en la ciudad porque todos los buses tienen que salir por El Alto, donde está el aeropuerto.

Después de 3 horas estábamos otra vez en Copa, y fuimos al mismo hostal barato. Ese día estábamos los dos bastante mal debido a la altura (3800m), ya que no veníamos nada aclimatizados, pero con unos cuantos mates de coca la cosa mejoró un poco. El día siguiente cogimos un bus directo de 3 horas a Puno, Perú. Allí lo típico es hacer un tour a las islas uros, o islas flotantes, pero habíamos oído de varios viajeros que está tan explotado y turístico que resulta decepcionante. Quizás lo mejor era hacerlo por nuestra cuenta pero no teníamos tiempo y todavía seguíamos con el mal de altura. Así que pasamos una tarde de relax y un primer contacto con el país. Muy pronto no dimos cuenta que los “precios chollo” de Bolivia se habían acabado. Las cosas costaban más o menos lo mismo en soles que en bolivianos, solamente que con el cambio al euro, el sol cuesta el doble.

De Puno cogimos otro bus a Cuzco. El viaje es de unos 400km por el altiplano peruano y dura unas 7 horas. Pasamos dos días interesantes en esta ciudad agradable. La altura es un poco menor (3300m), pero las (muchas) cuestas cuestan! Hay mucha arquitectura colonial, bonitas calles adoquinadas, iglesias y museos, e historia inca. Desafortunadamente, por ser el destino turístico número uno del país, casi todas las atracciones tenían entrada y nos tuvimos que limitar a ver la mayoría de los sitios desde fuera. En octubre empieza la estación lluviosa de Perú, y por las tardes caían unas tormentas, cosa que nos preocupa un poco porque teníamos pensado hacer un trek de varios días a Machu Picchu y que nos pillara una tormenta de esas en medio de la montaña no nos hacía mucha gracia.

Nuestra idea era hacer la ruta Salkantay que nos había recomendado mucha gente. Es una ruta bonita de 5 días en la montaña que termina en Machu Picchu, y duermes en tienda de acampada a alturas de 4000 – 5000 m. (El famoso Inca Trail lo teníamos excluido debido al presupuesto, y además tienes que reservarlo con meses de antelación). Pero como el tiempo no acompañaba, nos acabamos decidiendo por otro trek alternativo, el Inca Jungle, de 4 días que además de senderismo incluía otras actividades. Aquí el sendero pasa por tierras más bajas y pensamos que si llovía, por lo menos no haría frío. Pero al final tuvimos suerte con el tiempo y no nos llovió hasta el último día (en Machu Picchu- que típico!).

Calles de Cuzco

Calles de Cuzco

Vista de la Plaza de Armas

Vista de la Plaza de Armas

Aquí va un pequeño resumen de los 4 días…

Día 1

Nos fuimos temprano de Cuzco en una furgoneta y conocimos a nuestros majos compañeros del grupo (de lugares tan variados como Israel, México, Francia, Chile, Suiza y por supuesto, España). Pasamos unas 3 horas subiendo la montaña, y en el punto más alto (aprox 4000m) nos bajamos de la furgoneta y nos preparamos para montar en bici. La verdad es que las bicis y los cascos no estaban en el mejor estado, pero por el precio pagado no podíamos pedir mucho más quizás. Pasamos unas horas bajando la montaña, unos 45km, y acabamos a una altura de 2000m. ¡Menos mal que fue todo cuesta abajo! El paisaje era increíble y la carretera no demasiado mala, casi toda asfaltada y poco traficada, pero con unas curvas importantes. Por la tarde llegamos con mucha hambre al pueblo de Santa María, donde cenamos y dormimos tempranito en nuestro hostal “rústico” (un eufemismo para no decir cutre y sucio). El paisaje ya era totalmente distinto, nada que ver con Cuzco. Ya estábamos en la selva alta y los mosquitos no faltaban.

En las bicis, listos para la bajada

En las bicis, listos para la bajada

Día 2

Madrugamos para partir a las 7h y empezamos el trek de 24km. Las primeras horas fueron fáciles, todavía no hacía calor y el camino no subía mucho, aunque había partes muy estrechas y daba vértigo mirar abajo. Paramos en la casa de un chico que nos dio a probar productos típicos de la tierra como cacao y chicha morada (una bebida hecha de maíz morado), y nos pintó unos “tatuajes incas” con una planta de color naranja muy fuerte. De hecho, un chico se dejó pintar toda la cara por sus amigos y parecía una zanahoria durante el resto del trek.

Después de esta parada, el camino empezó a subir y caminamos unas cuantas horas por un viejo camino inca. El río que habíamos seguido se veía muy abajo y las vistas eran impresionantes. Pero también hacía mucho calor y cuando llegamos al restaurante donde íbamos a almorzar casi nos dormimos en la mesa. Después de reponer energías seguimos caminando otras cuantas horas, ahora bajando la montaña. Caminamos otra vez a lo largo del río y en un momento, para cruzarlo, ya que no había puente, nos metimos en una especie de jaula colgada en unas cuerdas, que un tipo arrastraba desde el otro lado del río (le das una propinilla cuando llegas sano y salvo al otro lado).  Ahora solo quedaba una caminata de 5 min y llegamos a la meta de ese día: los baños termales de Santa Teresa. Nos quedamos allí en remojo durante dos horas mientras oscurecía- definitivamente el mejor momento del día! El único problema era cuando salías del agua, sin repelente, y te atacaba cientos de mosquitos y moscas de arena. Después del baño había la opción de o bien caminar hasta el pueblo (otra hora) o pagar 1,5 euro para ir en furgoneta… ¿Qué creéis que hicimos? La noche la pasamos en otro hostal básico, pero eso daba igual, creo que habríamos dormido como troncos en cualquier sitio.

Por caminos de vértigo

Por caminos de vértigo

Buenas vistas del valle

Buenas vistas del valle

El trekking continúa

El trekking continúa

Cruzando el río

Cruzando el río

Día 3

Este día había la opción de hacer una actividad extra: ziplining, o sea tirolina. Por 30 USD extra pasamos 2 horas volando encima del valle, a veces incluso cruzándolo- adrenalina pura! Los que no hicieron esta actividad empezaron el día caminando unas 3 horas por una carretera polvorienta hasta la estación hidroeléctrica donde quedamos todos para comer. Afortunadamente nos acercó una furgoneta, porque con las piernas temblando dudo que pudiéramos caminar mucho. Después del almuerzo y de un descansillo a la sombra, nos pusimos en marcha otra vez. Todavía faltaba unos 11km de camino hasta Aguas Calientes, el pueblo donde pasaríamos la noche, pero esta vez caminábamos a lado del ferrocarril, un sendero recto y a la sombra de los árboles.

Llegamos sobre las 17h al pueblo de Aguas Calientes, también conocido como “pueblo Machu Picchu”, un sitio que parece existir únicamente para alojar a los turistas que visitan esta maravilla. Nuestro hostal aquí estaba bastante mejor, aunque alguno del grupo aseguró que es donde más chinches le habían picado. Tomamos “la última cena” y nos metimos en la cama como a las 22h porque nos levantaríamos unas 6h más tarde.

Hanna preparándose para el despegue

Hanna preparándose para el despegue

Con el equipamiento completo para la tirolina

Con el equipamiento completo para la tirolina

Día 4

Nos despertamos a las 4h de la mañana para empezar a caminar a las 4:30h. Y caía una lluvia tremenda! Pero afortunadamente paró bastante pronto. A las 5 estábamos en la entrada baja de Machu Picchu donde enseñamos nuestros tickets y pasaportes y empezamos a subir las escaleras (2500 escalones!), y a las 6h en punto (que es cuando abren) llegamos a la entrada alta. Pero merece la pena madrugar para evitar las hordas de gente que vienen con el tren  de Cuzco a las 10. Cuando entramos con nuestro guía justo estaba amaneciendo, y las vistas de Machu Picchu eran realmente mágicas, todavía cubierto en neblina. Pasamos dos horas con la visita guiada y aprendimos algo de la historia de esta “ciudad perdida”. ¿Sabíais por ejemplo que Machu Picchu nunca fue descubierto por los españoles porque los incas, para protegerla, prefirieron abandonar la ciudad que defenderla? Cayó en el olvido hasta que fue redescubierto por un explorador inglés en 1911.

Nos despedimos de nuestro guía y empezamos el recorrido por nuestra cuenta. Cuando compras la entrada a Machu Picchu puedes pagar un extra de 10 USD para subir una de las montañas para mejores vistas. Huayna Picchu es la opción más popular, es la montaña que se ve al fondo en todas las fotos de Machu Picchu. Pero sólo se permite el acceso a 400 personas al día, así que las plazas ya se habían agotado cuando reservamos el tour. Pero pudimos subir la montaña Machu Picchu propiamente dicha, que está “detrás” del sitio arqueológico y que es mucho más alta que Huayna, y desde donde supuestamente son las mejores vistas. Empezamos a subir otros tantos miles de escalones y una hora y media más tarde llegamos, agotados, a la cima. ¡Vaya! Se había nublado todo y no pudimos ver ni 10 metros delante de nosotros. Nos quedamos un rato para ver si aclaraba el tiempo; incluso había un grupo friki haciendo un conjuro al sol, pero no tuvo mucho efecto.

Después bajamos de la montaña y pasamos unas horas perdiéndonos en los antiguos templos de Machu Picchu. Está prohibido comer dentro del recinto, así que salimos fuera para comer los bocatas que habíamos traído desde Aguas Calientes (los precios aquí arriba no entraban en nuestro presupuesto). Luego bajamos los 2500 escalones (ya con las piernas bastante cargadas) y pasamos la tarde esperando el tren en Aguas Calientes, echando unas cartitas. Nos fuimos con el último tren a las 21h, ya que era el más barato, y después transbordo en  furgoneta los últimos 60km. Llegamos a Cuzco a la 1 de la noche, agotados pero muy contentos con nuestra aventura.

Pasamos una noche en el mismo hostal en Cuzco (ya nos parecía todo un lujazo después del alojamiento básico del tour), pero no pudimos dormir todo lo que habríamos querido, porque a las 10h había que hacer el check-out. Pasamos el día en Cuzco de relax, ya que casi no nos podíamos mover: con las peores agujetas del mundo, parecíamos dos abuelillos cada vez que teníamos que bajar o subir una escalera. Por la tarde nos fuimos a la terminal de autobuses y a las 20h partimos en un bus de noche con destino Arequipa, la segunda ciudad más grande del Perú.

Con el Machu Picchu al fondo

Con el Machu Picchu al fondo

El Machu Picchu entre las nubes

El Machu Picchu entre las nubes

¿A dónde estará mirando la llama?

¿A dónde estará mirando la llama?

¡Oh, no! Más escaleras...

¡Oh, no! Más escaleras…

Precios medios:

Autobús directo Copa- Puno: 4 euros

Autobús Puno – Cuzco: 8 euros

Habitación doble en hostal bonito en Cuzco: 20 euros

Inca Jungle Trek (4 días/3 noches) todo incluido: aprox 150 euros.  En Cuzco hay decenas de agencias que venden exactamente el mismo tour así que vale la pena comparar precios y regatear. En nuestro grupo a cada uno le habían cobrado un precio diferente. El precio incluye también la entrada a Machu Picchu (40 euros) y el tren, todo excepto el almuerzo el último día. Cuando estábamos investigando opciones nos dimos cuenta que lo más caro del tour con diferencia es el billete de tren de Cuzco. Por ejemplo, un tour de un día a Machu Picchu ida y vuelta en tren cuesta casi 200 euros, pero porque sólo los billetes de tren cuestan más de 100 euros. En el trek nos ahorramos la mayor parte, ya que la ida es en furgoneta y bici, y la vuelta solo la mitad del recorrido es en tren (la otra mitad en furgoneta).

Botella de agua pequeña en Machu Picchu: 2,5 euros

 

10 agosto, 2012

Tupiza – Uyuni

27 de julio – 8 de agosto de 2012

Después de 3 semanas muy intensas con la familia, nos tomamos unos días de relax en Salta. Allí nos quedamos en un hostal muy acogedor llamado “Salta por Siempre” y quizás eso contribuyó a que nos quedáramos al final una semana entera. De esos días no os podemos contar nada interesante, pero un poco de rutina no nos vino nada mal. Subíamos todas las mañanas el cerro San Bernardo, cocinábamos en la excelente cocina del hostal, tomamos buenos cafés en la plaza…

Cuando nos encontramos descansados, ya era hora para despedirse de Argentina tras 2 meses y medio y compramos el billete de autobús a la frontera con Bolivia. Se puede hacer el viaje a Tupiza, Bolivia, en un largo día, pero como no vamos con los días contados decidimos parar en La Quiaca (el pueblo más al norte del país, a más de 5000 kms de Ushuaia). Allí no hay mucho que hacer (ni para comer!), pero hay un par de hostales aceptables, y pasamos la noche.

La mañana siguiente cruzamos la frontera de Bolivia. Convencimos al policía de inmigración para ponernos dos meses en el país (normalmente son 30 días). El primer pueblo en el lado boliviano es Villazón, un sitio polvoriento y un poco caótico. Cruzamos el pueblo andando hasta la terminal de autobuses. Desafortunadamente, el siguiente autobús a Tupiza no salía hasta 4 horas más tarde así que cogimos un taxi compartido que hizo el viaje mucho más rápido y solo costaba algún eurillo más.

Llegamos a mediodía a Tupiza, un pueblo muy tranquilo a 3000 metros de altura. El pueblo no tiene muchas cosas para ver, pero los alrededores son fantásticos, como sacados de alguna película del Salvaje Oeste. Aquí nos quedamos en otro hostal muy bueno: Los Salares. Los encantadores dueños nos organizaron una cabalgata para el día siguiente- cosa que habíamos querido hacer desde hace tiempo pero que nuestro presupuesto no nos permitía en Argentina. Durante tres horas nos sentimos como auténticos jinetes. Nos acompañaron una pareja francesa del hostal, Pierre y Marion, que además hicieron el tour a Uyuni con nosotros.

Tras recomendaciones de Emelie y Scott, unos amigos que conocimos en Argentina, organizamos el tour al Salar de Uyuni a través del hostal. Hay tantas agencias que ofrecen más o menos lo mismo- pero es una verdadera jaqueca investigar y compararlas. La mayoría de la gente sale directamente desde Uyuni en un tour más corto, pero entonces se pierden sitios realmente mágicos en la esquina suroeste del país. El viaje se hace en un 4×4 por unos caminos de tierra en muy malas condiciones (una vez incluso tuvimos que empujar el coche por haberse atascado en el barro) a unas alturas entre 3000 – 5000 metros. Son 4 días bastante duros, con muchos madrugones, sin ducha y durmiendo en “hospedajes” sin ningún tipo de calefacción (por la noche las temperaturas bajaban de 0- dormimos con 8 mantas y saco de dormir!). No hay ningún sitio para comer sino que cada grupo trae a su propia cocinera que tiene que llevar todos los ingredientes y el gas para cocinar desde Tupiza. Nuestra cocinera Mabel nos preparó una rica lasaña vegetal a más de 4000m de altura- eso sí tiene mérito!

¡Pero a pesar de los pequeños inconvenientes, este tour vale la pena!  Desde luego es uno de los lugares más mágicos que hemos visto en un año de viaje. Los primeros tres días vimos muchas lagunas de diferentes colores (¡y olores!), volcanes, flamencos, géiseres y desiertos en la zona sudoeste del país, pegada a Argentina y Chile. El cuarto día madrugamos aún más para ver el amanecer en el Salar de Uyuni. El frío y el cansancio ya no nos importaban: era realmente maravilloso ver cómo el sol iba apareciendo en el horizonte iluminando poco a poco la inmensidad del Salar. Es el lugar ideal para dar rienda suelta a la imaginación y hacer fotos graciosas. Es el salar más grande del mundo: son 150 kms para atravesarlo de punta a punta, y el centro tiene una profundidad de cerca de 8 metros de pura sal. Desayunos en una “isla” en medio del salar llamado Incahuasi (“casa del Inca”) donde, aparte de unas vistas fantásticas, había muchos cactus de gran altura, algunos de los cuales tenían cientos de años.

El tour nos dejó en Uyuni, donde nos despedimos tras 5 días de Pierre y Marion que volvían a Tupiza. ¡Gracias por estos días chicos! Uyuni pueblo no tiene nada para ver, pero queda más cerca a Potosí, la ciudad más alta del mundo y nuestro siguiente destino. Nos maravillamos otra vez de los precios de Bolivia- el billete de autobús de Uyuni a Potosí (6h) nos salió por apenas 3 euros.

Precios medios:

Autobús Salta – La Quiaca (7h): 20 euros

Tour de 3n/4d de Uyuni: 160 euros

Taxi compartido desde Villazón a Tupiza: 3 euros

Habitación doble con desayuno en Tupiza: 13 euros

Cabalgata de 3horas en lo alrededores de Tupiza: 11 euros

Tupiza

Tupiza

altura

uy uy

En el desierto de Dalí

Hostal hecho de sal

Con saco y 8 mantas

Géiseres

La laguna verde

Flamencos

Uno de los volcanes

Por aqui pasa el tren a Chile, alguna vez por semana

Isla Inca Huasi

Amanecer

Con Marion y Pierre en el Salar

Haciendo experimentos con la cámara en el Salar

 

16 julio, 2012

Buenos Aires: Primera Parte

30 de junio- 9 de julio

De Colonia, Uruguay, cogimos un barco de una hora a la capital argentina. Aquí habíamos pensado quedarnos un tiempito, y llegamos con el alojamiento ya reservado en La Casa de los Angelitos- una especie de hostal familiar para largas estancias.

Los días en Buenos Aires pasaron muy rápido… Como íbamos con tanto tiempo, no nos apresuramos mucho en el “sightseeing”. Vimos la mayoría de las atracciones turísticas, pero más o menos una al día ;). Visitamos el Congreso (hay tours gratis a mediodía), el cementerio de la Recoleta (donde están enterrados muchos personajes importantes del país, como Evita) el buque-museo Sarmiento y el famoso Café Tortoni. Paseamos por el mercado de San Telmo, Palermo, La Boca, Puerto Madero y muchos parques.

Todos los días tomamos un café en un sitio nuevo, y podemos confirmar que Buenos Aires definitivamente es el mejor lugar, entre los que hemos visitado en Sudamérica, para los adictos a la cafeína. Aunque no es muy barato (un café con leche suele costar más de 2 euros!), los menús para merendar son recomendables. Suelen consistir en un café con leche, 3 medialunas con mantequilla y mermelada, un vaso de zumo de naranja exprimido y un vasito de agua con gas – por el precio de unos 3-4 euros.

También aprovechamos la semana para ver a algunas caras conocidas- como Vijya y Heidi- y, por supuesto, a conocer a gente nueva. ¡Y para hacer el planning para los visitantes que llegan la siguiente semana!

Buenos Aires tiene una reputación de ser una ciudad insegura; de hecho, muchos argentinos en las provincias y ex–porteños emigrados nos habían advertido sobre robos, atracos y violencia. En las dos semanas que estuvimos aquí no tuvimos ningún problema (actuando con sentido común y bastante más precaución que en el resto del país), el mayor peligro a diario eran los millones de cacas de perros en las aceras.

 

27 junio, 2012

Vino, empanadas, medialunas, cu-cús, termas y un terremoto

Post Mendoza y Córdoba

16-25 de junio de 2012

Otro viaje nocturno en autobús (ya llevamos unos cuantos), y nos despertamos en Mendoza, bastante más al norte, a la altura de Santiago de Chile, a 40 kms de la cordillera. Nos íbamos a quedar 4 días, al final fueron 6 (y seguramente habrían sido más si no tuviéramos un “deadline” para estar en Buenos Aires en julio y encontrarnos con la familia).

Mendoza cuenta con unas avenidas anchas y muchas plazas ya que se ha construido así por los frecuentes terremotos (uno derribó la ciudad entera en 1861). De hecho, una noche nos despertamos con un temblor de unos 5,5 grados Richter que causó algunos daños en la ciudad.

En Mendoza nos quedamos en un hostal muy divertido, con muchas actividades gratuitas por la noche como la cata de vinos (Mendoza es la región de vinos número uno de Argentina), clase de mate, clase de empanadas (y clases de español, aunque esta oferta no la aprovechamos). También contaba con una útil campanilla en la recepción que prometía una copa de vino gratuita a todo aquel que la hiciera sonar. Durante una clase de empanadas conocimos a una pareja sueca-inglesa muy maja, Emelie y Scott, que también están dando la vuelta al mundo y han recorrido casi los mismos lugares que nosotros. Viajamos juntos con ellos durante una semana. También se unió Vijya, la chica inglesa que habíamos conocido en Chile hacía un mes, y por fin pudimos devolverle su iPod :).

Un día nos fuimos con un autobús local a las termas de Cacheuta, situadas en las montañas a una hora de Mendoza. Pasamos como tres horas en las diferentes piscinas, sobre todo en una que tenía la temperatura perfecta de unos 38 grados! Pudimos disfrutar de unas vistas espectaculares del valle, y cuando por fin el sol se levantó por encima de las montañas aprovechamos para ponernos morenos J .

Otro día hicimos una excursión al Parque Nacional Aconcagua, donde se puede ver el pico más alto de Sudamérica (6962m). ¡Pero la fortuna no nos sonrió! Tras 4 h en un autobús con la calefacción sudando (nosotros quitándonos cada vez más prendas, los argentinos con abrigos y guantes puestos), llegamos al Puente del Inca, el último pueblo antes del Parque a una altura de más de 2000m. En Mendoza habíamos estado en manga corta pero aquí hacía un tiempo de perros… una tormenta de nieve arrasaba el valle y había cerrado el paso a Chile. Nos tuvimos que bajar del autobús, pero no quisimos rendirnos todavía y empezamos a andar al Parque (solo faltaban unos 3 kms). Más o menos a la mitad nos encontramos a dos militares muy majos y con cara de sorpresa nos informaron amablemente que no podíamos seguir por el mal tiempo (esta vez las dos suecas pusimos caras de incredulidad- si sólo era un poco de nieve!!). Así que no hubo más remedio que volver al pueblo y pasar dos horas en una cafetería (sin calefacción!!) jugando a las cartas y tomar el autobús de vuelta (otras 4 horas). Eso sí, el paisaje es una PASADA!

El resto de los días los pasamos en la agradable Mendoza, una ciudad con bastantes cosas para ver, con un clima agradable y muchas cafeterías (con mesas al sol). De hecho nos recordaba bastante a alguna ciudad mediana de España.

De Mendoza nos fuimos en un autobús de noche a la segunda ciudad de Argentina, Córdoba, con un millón y medio de habitantes. Scott y Emelie decidieron venir con nosotros y pasamos tres días de turismo urbano con ellos. Habíamos pensado hacer alguna ruta de trekking en los alrededores de la ciudad pero al final estábamos todos bastante vagos (¡y hubo que ver los partidos de fútbol de la Eurocopa!). Hicimos una excursión a una ciudad cercana llamada Villa Carlos Paz. Supuestamente habíamos oído que allí habría una especie de montaña rusa totalmente rústica hecha de sillones con ruedas que circulan a lo largo de una vía por la montaña pero cuando llegamos nos enteramos en la oficina de turismo que lo habían cerrado (¿algún accidente quizás?). Así que pasamos todo el día intentando descubrir por qué esta ciudad atrae a miles de turistas argentinos todos los años. No lo descubrimos pero si  encontramos el símbolo de la ciudad (un reloj suizo gigante muy hortera llamado “Cu-cu”) y nos sacamos unas fotos con él 🙂

Córdoba ciudad nos gustó mucho: calles peatonales, plazas arboladas, iglesias y catedrales y muchas cafeterías. Por fin nos enteramos cuál era la diferencia entre factura y media luna (un misterio ya que normalmente en los menús para gringos traducen las dos cosas como “croissants”).

Ya tocó despedirse de Emelie y Scott que siguen su viaje hacia el Norte y mientras nosotros  nos vamos al Este, a Uruguay. Snif, snif…Thanks guys for the great days together!

 Precios:

Entrada en Termas de Cacheuta: 7 euros

Noche en Hostal Mora para dos personas: 20-25 euros

Autobús Mendoza – Córdoba (11h): 50 euros

Autobús Córdoba – Montevideo (15h): 80 euros

Plaza de España en Mendoza

Puente colgante en Cacheuta

Termas de Cacheuta

Cacheuta

Camino al Aconcagua

Clase de mate en el hostal

Que alguien ponga la calefacción!

El paso estaba cerrado

Hasta aquí llegamos

Puente del Inca

Puente del Inca

Noche de cartas

Córdoba

Córdoba

En un parque de Córdoba

4 junio, 2012

Hielo, nieve, glaciares…

21 de mayo – 4 de junio de 2012

En Punta Arenas nos despedimos de Chile, por lo menos por el momento, e hicimos un viaje en autobús de unas 12h a Ushuaia, Argentina, la ciudad más septentrional del mundo. El viaje se hizo bastante largo con un cambio de rueda, control en la frontera y un viaje en barco para cruzar el estrecho de Magallanes.

Ushuaia está situada en el sur de la mítica Tierra del Fuego, a más de 3000km de Buenos Aires, y bastantes viajeros llegan aquí para completar su recorrido por Suramérica o (los que tienen un presupuesto más alto) para hacer un crucero a la Antártida.

En verano tiene que ser un sitio perfecto para trekking, bicicleta, cruceros por el canal Beagle -con unas temperaturas aceptables y muchísimas horas de luz. En invierno es un sitio muy frío y bastante oscuro… No pudimos visitar el Parque Nacional de Tierra del Fuego por una fuerte caída de nieve, ¡habrá que volver algún día! Pasamos unos días paseando por la ciudad y alrededores, y cuando sale el sol y las montañas se reflejan en las aguas cristalinas es un lugar muy bonito  (¡y si después sigue una sopa calentita, mejor!).

En invierno no hay tantas opciones de transporte desde Ushuaia así que compramos nuestros billetes de autobús a El Calafate con unos días de antelación. Al comprar los billetes tuvimos un choque desagradable: Argentina NO es un país muy barato  y los precios que aparecen en los libros de guía no tienen nada que ver con la actualidad. La inflación es un gran problema en Argentina y se nota sobre todo en los transportes. Según la Lonely, Chile es mucho más caro que Argentina, o por lo menos era… Podemos asegurar que ya no es así: los viajes en autobús en Chile costaban menos de la mitad, y allí comíamos fuera por lo menos una vez al día. En Argentina hemos ido a un restaurante dos veces en dos semanas. Resumen: hemos tenido que ajustar un poco el presupuesto, coger menos autobuses, ver menos sitios, cocinar en los hostales etc.

El viaje a El Calafate empezó a las 5 de la mañana y terminó a las 2 de la noche. Realmente no son tantos kms, pero hay que entrar y salir de Chile (la mitad de la Isla de Tierra del Fuego es chilena), cruzar el estrecho de Magallanes y cambiar de autobús en Río Gallegos- y allí tuvimos que esperar 5 horas en la estación. ¡Estábamos bastante contentos de llegar! El Calafate es un destino turístico muy popular para todo tipo de viajeros a Argentina, y hay una infinidad de opciones de alojamiento, por lo menos en verano. Nosotros nos quedamos en el hostal Ámerica del Sur, probablemente uno de los mejores albergues de todo el viaje  (la habitación parecía más propia de un hotel!), con desayuno incluido, buen wifi, calefacción a tope (importante!!) y buenos espacios comunes. Durante los 5 días que pasamos en El Calafate conocimos a mucha gente de todo el mundo con la que compartimos desayunos, cafés, vino argentino y muchas historias.

El pueblo en sí no tiene muchas cosas de interés, pero sirve como base para el Parque Nacional de los Glaciares, y su reclamo más grande, el Perito Moreno, a 80km de El Calafate. Hay varias opciones para visitar este impresionante glaciar azulado: tour guiado, trekking sobre el hielo con crampones, crucero o, la opción más barata que escogimos nosotros, un bus “regular” sin guía que te deja en el parking y te recoge unas 5 horas más tarde. Independientemente de la elección del viajero, la experiencia es increíble. Hay varios kms de pasarelas que han construido a lo largo del lago, y al otro lado del agua está la punta del glaciar donde se rompen grandes bloques de hielo que caen, con un tremendo estruendo, al agua. Desafortunadamente, el tiempo no acompañaba, y las últimas dos horas las pasamos en la única cafetería, fríos y mojados, con dos americanas de nuestro hostal.

En El Calafate tuvimos otra experiencia “Couchsurfing”! Aunque no nos pudo dar cobijo, Nacho nos invitó a una cena “típica” en casa con sus amigos. El menú consistía en empanadas, vino argentino y terminó con una copa de Fernet (el típico licor que gusta a todos los argentinos). ¡Gracias por la hospitalidad, Nacho!

Siguiente destino después de El Calafate era El Chaltén, unos 200kms más al norte, en la otra punta del Parque Nacional de los Glaciares. Tardamos unas 3 horas para llegar a este pueblo diminuto (habitantes: 600) y aislado. La historia de El Chaltén es muy reciente. De hecho, es el pueblo más nuevo de Argentina, construido en el 1985 como punto estratégico en un conflicto fronterizo con Chile. Más tarde se descubrió el potencial turístico del lugar, especialmente para los amantes de las actividades al aire libre (senderismo, esquí, bicicleta, escalada, cabalgatas…), ya que en los alrededores se encuentran algunos de los paisajes más espectaculares de la Patagonia, como el pico Fitz Roy (3441m).

Para hacer senderismo, El Chaltén es ideal –de hecho es conocido como “Capital Mundial del Trekking”- y todas las rutas, de diferentes grados de dificultad, salen directamente del pueblo, así es posible ahorrarse los gastos de transporte que hay que pagar en otros sitios. Además, en esta parte del Parque Nacional, no hay que pagar entrada.

Hicimos varias de las rutas con Olivia (una chica suiza que habíamos conocido en El Calafate) por unos paisajes fantásticos pasando por valles nevadas, glaciares y los picos dentados de Fitz Roy y Torre visibles en el fondo. Tuvimos suerte con el tiempo los primeros días cuando hicimos las rutas más largas de más de 20 kms, pero el último día empezó a nevar mucho y tuvimos que dar la vuelta sin llegar a la cima – de repente había más de medio metro de nieve y ya no se podía distinguir el sendero. No vimos muchos animales, pero sí escuchamos el sonido inquietante de pumas (¿hambrientos?) en la lejanía. Ya nos había avisado el guardabosque sobre qué hacer si viéramos alguno: quedarse firme, mirarle directamente a los ojos, no dar la espalda y, sobre todo, no correr (puede pensar que eres una presa).

Aunque El Chaltén está repleto de viajeros con Goretex en verano, en invierno es un pueblo bastante muerto con pocas opciones de alojamiento y restaurantes. No hay cajeros automáticos ni cobertura de móvil, e internet es por satélite y bastante lento – pero es todo parte del encanto, ¿no? Otro lugar al que hay que volver algún día (de verano) para hacer más trekking, acampar en algunos de los campamentos maravillosos por los que pasamos a lo alto de la montaña y bañarnos en los fríos lagos cristalinos.

Próximamente: dejamos atrás el frío y subimos en autobús unos 1500km al norte, a la Región de los Lagos. En verano se puede seguir por la arriesgada ruta 40 que va desde el Calafate, pasa por el Chaltén y sigue hacia Bariloche, al lado de la cordillera. Pero en invierno esta carretera (con grandes tramos de grava) está cerrada así que tenemos que regresar a El Calafate y allí coger un autobús de 25 horas por la costa atlántica (de hecho, los que nos habéis seguido, podéis ver que ya hemos hecha esta larga ruta antes, para ir a Punta Arenas en Chile…).

Gastos:

Alquiler de botas: 4 euros/día

Entrada para ver el Perito Moreno: 18 euros

Autobús “regular” al Perito Moreno: 18 euros

Viaje en autobús desde Ushuaia – El Calafate: 110 euros…

Habitación doble en Hostal Ámerica del Sur en el Calafate: 25 euros

 

Ushuaia, en el fin del mundo

Ushuaia, en el fin del mundo

En Ushuaia, a 3000 Km. de Buenos Aires!

En Ushuaia, a 3000 Km. de Buenos Aires!

Barco en Ushuaia

Barco en Ushuaia

Glaciar Perito Moreno (Calafate)

Glaciar Perito Moreno (Calafate)

Glaciar Perito Moreno (Calafate)

Glaciar Perito Moreno (Calafate)

Con el famoso Perito Moreno al fondo

Con el famoso Perito Moreno al fondo

De camino al Chaltén

De camino al Chaltén

Laguna Torre, El Chaltén

Laguna Torre, El Chaltén

Con Olivia en El Chaltén

Con Olivia en El Chaltén

De trekking por El Chaltén

De trekking por El Chaltén

Un pobre manchego pasando frío en junio!

Un pobre manchego pasando frío en junio!