Viaje por las Islas (y retorno a Nadi)
9-25 marzo
Fji es, sin duda, el lugar ideal para relajarse tras las asperezas del viaje mochilero. En nuestro caso, contratamos antes de empezar el viaje a las islas, todo el transporte y alojamiento. Y como en la mayoría de las islas no hay mucho más que el resort donde íbamos, no había que pensar tampoco en la comida: no había más donde elegir (salvo que alguien quisiera trepar a una palmera para comer algún coco).
Cómo viajar por Fiji sin arruinarse:
Aunque un destino popular entre mochileros, Fiji no es un país tan barato como puede serlo el sudeste asiático, especialmente si decides viajar a las islas pequeñas. Si bien se puede vivir en Viti Levu (la isla principal) por menos de 25 Euros/día, la verdadera belleza de este país se encuentra en las islas, con sus playas de arena blanca y aguas azul turquesa. Pero es quizás el hecho de que no esté al alcance de todos los bolsillos, lo que hace que se preserve alejado del turismo de masas (con todas sus consecuencias; léase hoteles poco estéticos, basura en las playas…), y Fiji mantenga esa naturaleza virgen que aparece en las postales.
Aparte de los resorts de más de 1000€ la noche, existen otros más al alcance de los mochileros. Las islas más asequibles, por precio y distancia a la isla principal, son las Mamanucas y las Yasawas. (En cualquier caso, las opciones de alojamiento baratos son básicas: electricidad algunas horas del día y vienen con todo tipo de bichos… hormigas, mosquitos y lo peor de todo, chinches!) Para facilitar la vida, la compañía “Awesome Adventures” tiene disponibles varios tipos de paquetes, siendo los más comunes los dos siguientes:
- “Bula Pass”: Incluye transporte ilimitado entre las islas. Hay un barco que recorre de sur a norte, ida y vuelta, las islas una vez al día, así que sólo hace falta esperar a la hora en la que pasa el barco (según si tu dirección es norte o sur) y una vez en el barco tienes que confirmar disponibilidad de tu hotel por teléfono. Disponible para 7, 14 y 21 días.
- “Bula Combo Pass”: Además del transporte (ilimitado), incluye el alojamiento en los lugares más económicos (también es necesario confirmar alojamiento en el barco). En caso de querer alojarse en algún resort algo mejor, es necesario pagar un poco más. Esta es la opción más utilizada por los viajeros que miran más el presupuesto. También está disponible en versión de 7, 14 y 21 días.
- Aparte de esos dos, existen otros paquetes cerrados, con las islas y resorts prefijados, pero resultan más caros que los anteriores (con la ventaja que no hay que reservar nada; el punto negativo es que no es posible cambiar la ruta sobre la marcha).
- Y para los que quieran ahorrar un poquito más, y tengan claro su viaje, hay una cuarta opción (la que cogimos nosotros): consiste en reservar por separado transportes y alojamiento, y regatear un poco a la hora de comprarlo: se puede obtener un descuento “majete”.
Nos decidimos por 13 noches en las islas (visitaríamos un total de 4), 4 noches en la primera (por ser la más barata) y 3 en el resto. Nos despertamos temprano, y nada más acabar de desayunar nos llevamos la sorpresa: la furgoneta que debía llevarnos al puerto se había ido sin nosotros (por una vez los fijianos habían sido puntuales), así que tuvimos que coger un taxi para llegar allí; por suerte eran sólo unos 10 minutos. Embarcamos en el “Yasawa Flier”, el barco que nos llevaría durante algo más de 4 horas, a la isla más al Norte de las Yasawas, llamada…
1. Nacula
Tras sufrir los vaivenes del barco, llegamos besando el suelo al “Nabua Lodge”, un resort que resultaría a la postre el más sencillo de todos en los que nos alojaríamos, pero del que mejores recuerdos guardaríamos. El alojamiento era un sencillo y reducido “bure” (cabaña fijiana), con baños compartidos.
En esta isla, aparte del entretenimiento de cada noche, hicimos varias excursiones: a la “blue lagoon”, una playa perfecta para hacer snorkeling, que se encuentra en una isla vecina, y donde “encontramos a Nemo”, y todo un bosque de corales. También unos días más tarde fuimos a una cueva al lado del mar, a la que se accede buceando por un pasaje submarino durante unos 10 segundos (que parecen 10 minutos): una vez llegados al otro lado está completamente oscuro, excepto por la linterna del guía que vela por nuestra seguridad.
El domingo, como no había actividades, acompañamos a Lulu (uno de los trabajadores del Nabua Lodge, que vivía en una aldea vecina) a misa en la “Iglesia” de la aldea (pongo entre comillas “Iglesia” porque no se parece en nada a las que tenemos en Europa; eran más bien unos palos que sujetaban un tejado de metal, entre un bosque de palmeras; y en el suelo unos cuantos sacos cosidos colocados sobre la tierra). Habíamos leído en la guía de viajes que acudir a celebrar misa en Fiji era toda una experiencia, y no se equivocaban: más que otra cosa, ¡parecía un musical! La gente cantaba, bailaba y daba palmas durante las casi 2 horas que duró la ceremonia. Nos llevamos una gran sorpresa al principio cuando el hombre que más bailaba y gritaba de todos (al que suponíamos el “juerguista” del pueblo), se colocó una chaqueta y se subió al altar: ¡era el cura!
Excursiones y actividades aparte, en la isla conocimos a muchos viajeros, que iban y venían, y con los que pasamos horas hablando, bañándonos o jugando a las cartas. A varios de ellos los volveríamos a encontrar más adelante en otros lugares…
Después de 4 noches, era hora de marcharse, en dirección Sur, hacia…
2. Naviti
En esta Isla nos quedaríamos 3 noches, alojados en el “Korovou” resort, donde los “bula boys” (un grupo de locales que se ocupaban de animar la fiesta nocturna, vestidos con faldas típicas y bailando la “bula dance” o “Macarena fijiana”) hacían la delicia de todos. Como actividad estrella, uno de ellos, “geckoman” era capaz de subir una palmera, sin otra ayuda que sus manos y pies desnudos, y bajar luego boca abajo, una vez nos había lanzado unos cuantos cocos, que después rompía sólo con su mano (niños, no intentéis esto en casa!).
La playa justo al lado del resort estaba muy bien para hacer snorkel, pero no para bañarse, ya que había muchas piedras y corales en la orilla. Por indicaciones de la Lonely Planet, caminamos 10 minutos para llegar a la “Honeymoon beach” (playa de luna de miel), de perfecta arena blanca, en la que estuvimos completamente solos las dos veces que fuimos (ssshhh, que no se corra la voz!).
Tras 3 días de playa, hamaca y sol, con sus consiguientes noches de bailes, limbo y juegos de cartas, llegaba el momento de poner rumbo a…
3. Waya Lailai
El alojamiento era en el resort del mismo nombre que la isla, justo al lado de una aldea. Para romper la rutina, hicimos varias actividades: curso de “tejido” (en el que las mujeres locales enseñaban a hacer pulseras y marcadores de libros al estilo fijiano), natación a la isla vecina (previo viaje en barco, la vuelta corría de cuenta de nuestros pies y manos), y trekking al punto más alto de la isla, desde donde había unas vistas increíbles. Aquí el entretenimiento era más “light”, y se limitaba únicamente a algunas canciones en directo a la hora de la comida.
Una de las noches se fue la luz (la electricidad provenía de generadores de gasolina, y sólo estaban encendidos normalmente por la noche), cosa que agradecimos, porque con la noche clara que había, alcanzamos a contemplar cientos de estrellas, además de, a lo lejos, el resplandor de los relámpagos de una tormenta tropical.
Sin mucho más que hacer que leer tumbados en una hamaca, hicimos las maletas destino a…
4. Bounty
Las otras islas eran de tamaño mediano, con algunas aldeas, rutas para caminar… Pero esta última era pequeña, y sólo existía el resort donde nos quedábamos. Para que os hagáis una idea, en menos de 10 minutos habíamos dado la vuelta a la isla.
En Bounty, los viajeros eran más bien parejas y alguna que otra familia (en las otras nos hemos sentido mayores; la mayoría de los viajeros tenían entre 18 y 24 años).
La comida estaba muy rica, mejor que en otras islas, pero aparte de eso fue el destino que menos nos gustó (a pesar de ser el más caro).
El balance de nuestras dos semanas en las islas ha sido muy positivo: por primera vez no hemos tenido que pensar en dónde nos íbamos a alojar, qué y dónde íbamos a comer (en el momento en que sonaba el tambor, sabíamos que llegaba la hora de comer)… Ha sido una buena forma de desconectar, y un buen momento (entre Australia y Nueva Zelanda, que recorremos durmiendo en una caravana-furgoneta). Y cuando decimos desconectar, ha sido de verdad. Debido a que los precios de Internet en las islas eran prohibitivos (normal, era vía satélite), hemos pasado 2 semanas completamente desconectados de la “civilización”, sin tener ni idea de lo que pasaba al otro lado del mundo: ¡no ha estado tan mal! A cambio, tenemos una piel más bronceada (como diría alguna, estamos “como Kunta Kinte”).
Gracias a todos los que nos habéis acompañado en el camino, y habéis hecho más amenas las noches bajo las estrellas. No están todos los que son, pero sí son todos los que están: gracias a Emanuel, Linda, Claire, Titti, Monica, Fernanda, Erika, Jack, Harriet, Sacha, Fleur, Bart, Jaïr-“Justin”, y a todos aquellos que, con tanto ir y venir de gente, se nos olvidó preguntaros vuestros nombres.
Los tres últimos días, antes de volar hacia Nueva Zelanda, los pasamos en Nadi, en el mismo hotel donde pasamos las dos primeras noches en Fiji (nos hicieron un descuento por clientes habituales), navegando por Internet y poniéndonos al día de lo que había pasado en el resto del mundo.
Llega el momento de guardar el bañador y las chanclas, los viajeros que hemos conocido en Fiji que venían de Nueva Zelanda, nos han contado que el clima actual es frío y lluvias, tocará sacar el chubasquero!
Precios medios:
Precio de nuestro “paquete” todo incluido 14 días: 103 euro/día/2 personas
Excursión a las cuevas Sawa-i-lau: 22 euros
Alquiler de snorkel y gafas de bucear: de 2-6 euros según isla
Hostal en Nadi: 23 euros/noche
Media hora de Internet en cualquier isla de las Yasawas: casi 10 euros
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