17-19 de noviembre 2011
Tras dormir una noche en Huay Xai, madrugamos para comenzar la que sería una de las mejores aventuras (hasta la fecha) en nuestro viaje: durante 3 días y 2 noches íbamos a vivir en la jungla, durmiendo en cabañas sobre árboles, a las que sólo se puede acceder por tirolina (medio de transporte también empleado para moverse por la jungla).
Al llegar, conocimos al que sería el resto de nuestro grupo (había 4 ingleses, una alemana, un holandés, una sueca y un español; estos dos últimos ya los conocéis). Después de las presentaciones, nos proyectaron un pequeño vídeo sobre seguridad, que nos metió más miedo en el cuerpo que otra cosa J
De ahí, cogimos un jeep que nos llevaría, durante 3 horas a un remoto pueblo, donde conocimos a los que durante esos días serían nuestros guías (más bien “nuestro guía”, porque el otro apenas apareció). Iniciamos una caminata de una hora cuesta arriba, hasta el lugar donde nos entregaron nuestros arneses. Luego de unos minutos más caminando, llegamos a la primera tirolina; el guía nos hizo una primera demostración y se marchó al otro lado: tocaba armarse de valor y lanzarse al vacío… ¡Fue una sensación increíble, difícil de describir! Después de eso nunca teníamos bastante, sólo queríamos lanzarnos en tirolina durante todo el rato…
Cuando comenzaba a anochecer, Dett (nuestro guía) nos llevó a la que sería nuestra primera cabaña, situada en lo alto de un árbol, a unos 30 metros del suelo. Toda una obra maestra de ingeniería, equipada con un baño, agua corriente proveniente de la lluvia (una ducha helada!), electricidad solar y algunos colchones. Allí cenamos (la comida la trajeron unos habitantes del pueblo, en tirolina por supuesto), y matamos el tiempo jugando a las cartas y charlando.
Al día siguiente, el otro guía (Jolao) debía venir a las 6 de la mañana para llevarnos a dar un paseo por el bosque, y para abrir apetito antes del desayuno, pero apareció después de las 7, y como le debió dar pereza, nos preparó un té caliente y desapareció. Luego Dett nos llevó a visitar varias cabañas; en una de ellas comimos, y por la tarde seguimos lanzándonos en varias tirolinas (probamos la más larga de todas, de más de 400 metros de longitud y de 200m de altura). Volvimos a una nueva cabaña justo cuando se empezaba a hacer de noche, para disfrutar de una preciosa puesta de sol. Allí nos enteramos que por un cambio de planes, dormiríamos en una cabaña distinta a la planeada, en la que sólo había espacio para 6 personas, así que 2 “voluntarios” tendrían que ofrecerse para dormir solos en otra cabaña en medio del bosque, a unos 20 minutos de allí. Medio en broma, Dett nos dijo que era ideal para una pareja de luna de miel, así que después de cenar, Hanna y yo cogimos nuestras mochilas y nos fuimos para allá. Fue una noche divertida, es algo increíble oír sólo los ruidos de la jungla (que son muchos). Tuvimos más suerte que los otros; a la mañana siguiente, al volver con el grupo, nos contaron que una “rata de la jungla” (que son más grandes y ruidosas que las europeas) había estado merodeando toda la noche en su cabaña.
Tras la última noche, nos despertamos antes de las 6 para poder ver amanecer. Esta vez sí, Jolao fue puntual, nos recogió y nos llevó a la cabaña con los otros, desde donde se veían las mejores vistas. El sol se levantaba sobre la selva, y los árboles estaban envueltos en una bruma que iría disipándose poco a poco. Pero lo mejor estaba por venir: tuvimos la suerte de divisar, aunque a lo lejos, a varios de los animales que dan nombre a este proyecto: Gibbons (gibones, en español). Un rato más tarde, varios de ellos comenzaron a “cantar”, y nos deleitaron con unos momentos mágicos (los gibones machos cantan por 3 motivos: mantener la familia unida, marcar su territorio o atraer a las hembras). Nuestras cámaras llevaban ya horas echando humo, intentando captar la salida del sol, los gibones a lo lejos y su canto.
Después de un par de horas más de tirolina, tocaba iniciar la caminata de vuelta; el jeep nos estaba esperando en el pueblo y nos llevó de vuelta a Huay Xai; tocaba despedirse de los buenos amigos con los que habíamos compartido los 3 últimos días… Gracias a Ben, Doerte, Jo, Maartin, Nick y Penelope por vuestra compañía!
La Gibbon Experience es un proyecto fundado por un francés para promover la conservación de la zona de Bokeo, en el norte de Laos. Mediante las excursiones de turistas, de una o dos noches de duración, se obtienen los recursos necesarios para proteger no sólo a los gibones (casi extintos debido a su caza indiscriminada), sino también evitar la deforestación, dando a la vez trabajo a gente de los alrededores. Gracias a este proyecto, 10 familias de gibones viven pacíficamente a lo largo del bosque, deleitando de vez en cuando a los afortunados turistas con su canto. No es una experiencia barata, pero creedme, ¡vale la pena!
Precios medios en la Gibbon Experience:
Excursión clásica, 3 días-2 noches: 220€
Saltar por primera vez al vacío, suspendido sólo por tu arnés: un poco de valor
Escuchar a los gibones cantando, mientras amanece en la jungla: no tiene precio
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=lJ3pFHnok4o[/youtube]
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=zGNLlpRrz7k[/youtube]
Por Gerar (tu compañero en TID una temporada, Raul):
Hola Raul!!
He echado un vistazo al viaje que os estais marcando!! Que buena pinta tiene! Te escribo para comentarte que esa zona de asia me la conozco algo, sobre todo India (le dedique 2 meses) y tambien he visto algo de Tailandia, Indonesia y Malasia.
Según he visto tu ruta (y si te gustó india) yo te recomiendo mucho mucho que vayas a Indonesia (sobre todo isla de Java) y las islas perdidas que hay por allí, que son muchas!
Un saludo! Disfrutad
Por raul:
Hola Gerar, gracias por tu comentario!
Ahora mismo andamos en Laos, después pasaremos a Camboya y a Tailandia de nuevo a pasar Navidad y Nochevieja; la idea es después de eso volar a Indonesia. Según hemos visto, el visado dura un mes, así que tenemos pensado ver algo de Java, Bali y Lombok…
Si te apuntas en algún sitio ya sabes por dónde andamos 🙂
Abrazos desde Luang Prabang!
Por arantza:
hola chicos, os he estado leyendo sobre the gibbon experience y os queria hacer una pregunta, yo tengo intencion de ir a primeros de noviembre. Viajo a Tailandia todo el mes y ya desde el primer dia me subo a chiang rai para luego ir bajando tranquilamente, al estar tan cerca de laos, una amiga alemana me habló de lo de los gibones, pero estoy leyendo ahora comentarios y son realmente negativos, no se si que porque los que he leido son en temporada de lluvias e imagino que la cosa se dificulta bastante….
Cual es vuestra verdadera opinión??? realmente merece la pena gastar tanto dinero, lo han subido veinte pavos… La seguridad como la visteis???
Me ayudaria bastante una respuesta para tomar una decisión…
Gracias y disfrutad de vuestra vuelta al mundo….
Por Raúl:
Hola Arantza, te contamos desde nuestra experiencia: la verdad es que no es una actividad barata, pero en nuestra opinión realmente merece la pena, sobre todo si tienes suerte (como tuvimos nosotros) y das con un grupo majo…
Nosotros también leímos las opiniones, pero parece ser que en época de lluvias las caminatas se complican bastante (además el camión que te lleva hasta el inicio no puede atravesar el río, por lo que hay que caminar mucho más). Nosotros estuvimos más o menos por noviembre, y no llovía nada. No hagas caso de las opiniones que decían que hay poca comida, a nosotros nos sobraba todos los días.
Te lo pasas pipa saltando en tirolina entre árbol y árbol; las casas en los árboles son una pasada, y si tienes suerte y puedes ver (o al menos escuchar) unos gibbons, es una experiencia inolvidable.
En cuanto a la seguridad… bueno, no es Europa, pero el primer día te dan una charla informativa sobre la seguridad en la tirolina, y siempre saltas con un arnés de seguridad extra. Eso sí, estás en medio de la jungla, sin cobertura de móvil, así que en el hipotético caso que pasara algo estás un poco aislado…
Resumiendo: para nosotros es una aventura que volveríamos a hacer sin pensarlo, todo salió de maravilla!
Avísanos si al final te animas (y mándanos unas fotos!)
Un abrazo desde Ecuador!