27-31 de septiembre de 2012
El nombre “Copacabana” nos evoca largas playas de arena blanca en Brasil, cuerpos al sol y glamour; sin embargo en Bolivia, a orillas del lago Titicaca, hay otro Copacabana, que si bien no es tan conocido por el público en general, bien vale una visita, así que hacia allá nos dirigimos con nuestra amiga Olivia, que ya lleva más de una semana con nosotros.
Tras media horita de vuelo, llegábamos a La Paz (por segunda vez; no sería la última). Un taxi nos llevó a la estación de autobuses, y unos minutos más tarde salía el bus en dirección a Copacabana. Tres horas y media más tarde, con un pequeño trayecto en barca por medio, atravesando el ya mencionado lago, llegábamos a la ciudad. Esa noche era ya tarde, así que no había tiempo para mucho más: cena y a dormir: mañana sería otro día.
Para poneros en situación, el Lago Titicaca está considerado como el lago a gran altura (3.808 m sobre el nivel del mar) más grande del mundo. Cuenta con una superficie de 8.400 km2, y está repartido entre Bolivia y Perú (ambos países aseguran que su parte es el Titi, y la Caca para el otro). En el lado Boliviano, cerca de Copacabana, se encuentra la Isla del Sol, donde según la mitología inca se tuvieron lugar la creación y el nacimiento del Sol, por lo que es un lugar muy sagrado, destino de muchos peregrinos.
En la tranquila ciudad de Copacabana viven más de 50.000 personas, y está llena de restaurantes (casi todos ellos sirven la tradicional trucha del lago Titicaca, cocinada de mil maneras). Descubrimos gracias a nuestro amigo Tripadvisor el “Condor & Eagle”, llevado por un peculiar irlandés afincado en Bolivia, que prepara todos sus cafés y platos con un gran esmero. Fuimos allí a desayunar todos los días, excepto el último porque estaba cerrado…
Como volvíamos a estar a gran altura tras la visita a Rurrenabaque, y escaseaba el oxígeno, fuimos poco a poco explorando la ciudad. La subida al cerro Calvario, desde el que se contempla toda la ciudad, y hay una buena vista del lago y la Isla del Sol nos llevó buena parte de la mañana.
Para visitar la Isla del Sol, tuvimos que madrugar un poco y tomar un barco que tardó cerca de dos horas y media. Nos dejó en la parte norte de la isla, desde la que pudimos contemplar la roca sagrada, lugar donde se inició la leyenda de la creación inca, y donde se puede contemplar (con mucha mucha imaginación) la cara de Viracocha. También hay una mesa de ceremonias, y una fuente con agua sagrada.
Desde allí se puede caminar por un bonito (y extenuante) camino hacia el lado sur, donde un barco nos llevó de vuelta a tierra firme (unque muchos viajeros pasan la noche en esta bonita isla, donde residen de forma permanente unas 3000 personas).
Y así, con algún que otro café helado, paseos por la ciudad y desayunos exquisitos concluyó nuestra visita al lado boliviano del lago Titicaca (cuando dentro de aproximadamente un mes crucemos a Perú visitaremos el otro lado, os contaremos cuál nos ha gustado más).
Ahora es momento de tomar un bus a La Paz (3 horitas), y unas horas más tarde tomar otro autobús hasta Santa Cruz de La Sierra (éste de 17 horas), donde vamos a pasar 3 semanas –record de permanencia en nuestro viaje- con Gabriel y Daniela, echando una mano como voluntarios en la ONG donde ellos colaboran, Plataforma Solidaria. ¡3 semanas sin hacer la maleta! Esto es vida 🙂 Os contaremos más noticias desde allí…
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