19-24 de enero de 2012
Después de la paliza de viaje contado en el post anterior, llegamos por fin a Bali. Mucha gente que hemos conocido por el camino nos ha hablado maravillas de esta isla, y parece una parada obligatoria en cualquier viaje por el Sureste Asiático, así que teníamos muchas ganas de conocerla. Aunque al lado de las otras islas colosales vecinas, Bali parece pequeña en el mapa, pero es 4 veces más grande que Gran Carnaria y tiene muchas caras- las playas en el sur son para el turismo de masas, la costa norte es más relajada y recibe un turismo más mochilero, y en el interior hay volcanes, lagos, senderismo genial y una cultura fascinante.
Las primeras noches las pasamos en la costa Norte, en una zona de playas llamada Lovina. Desafortunadamente llovía casi todo el tiempo; durante el único rato que parecía que se estaba aclarando cogimos unas bicis para dar una vuelta y volvimos empapados de barro hasta el moño. No es un lugar del que hablaremos a la vuelta, pero estuvo bien para un par de días de relax.
De Lovina cogimos un autobús (1h) hacia las montañas y el pueblo de Candi Kuning. La razón por la que vienen turistas extranjeros e indonesios aquí es un templo hindú, Pura Ulun Danao Bratan, del siglo XVII. Situado en una pequeña isla en un lago rodeado de montañas verdes, es muy fotogénico (incluso está impreso en los billetes de 50 000 rupiah). Nos parecía un lugar espiritual muy interesante – y con mucha vida (no en estado de ruinas, sino un lugar sagrado en la actualidad). Ya que era fin de semana, cientos de hindúes devotos vestidos de manera tradicional habían venido para una especie de ceremonia; había música y olor a incienso en todos lados. La primera impresión nos ha recordado bastante a la India. Después de la ceremonia, los chicos se quedaron a pescar a la orilla del lago y familias hacían picnic en el césped.
La mayoría de la gente visita Pura Ulun como parte de una excursión organizada desde la costa. Nosotros decidimos quedarnos allí la noche y fue todo un acierto (todo menos el hotel- ya lo veréis). A mediodía había bastantes visitantes, pero por la tarde parecía que éramos los únicos extranjeros en todo el pueblo, y esto no suele pasar muchas veces en esta ruta tan concurrida. Llegando la noche, nos fuimos a buscar un sitio para cenar. El listón no estaba muy alto (ni los precios). Al final tomamos cado uno un buen plato de nasi goreng, en un warung. Warung (que en el resto de SE Asiático es conocido como “casa de tallarines”) es el nombre para los sitios más sencillos y baratos, el menú está bastante limitado y aún más para dos vegetarianos (lo más seguro es ir a por un nasi o mie goreng- arroz o tallarines fritos con un poco de verdura y huevo).
Nos quedamos en un sitio cutrecillo… Definitivamente está en el Top 3 de los peores hoteles de estos últimos 6 meses. El baño parecía un baño público (y no uno de Singapur)! Pero lo peor pasó cuando empezó a llover a cántaros a medianoche- descubrimos que el techo no era muy sólido… También nos dimos cuenta de que alquilaban habitaciones por hora. Sorprendentemente no vimos ningunos bichos variados que suelen acompañar este tipo de sitios- ni en la cama ni en el baño!
La siguiente mañana salimos corriendo del hostal e intentamos buscar algún tipo de transporte público que fuera a Munduk, el siguiente destino. Nos dijo la gente que no, que no había ningún bemo a Munduk y que teníamos que coger un coche. No sabíamos ya que pensar, pero no teníamos ganas de quedarnos al lado de la carretera toda la mañana con esas nubes tan oscuras encima de nosotros. Al final un hombre se ofreció a llevarnos en su coche por 15 euros (precio guiri total 🙂 ).
Munduk, otro pueblo precioso en las montañas balinesas nos ha gustado mucho. Lo primero que hicimos fue buscar un sitio sin bichos ni goteras pero sí con agua caliente, y lo encontramos en una ladera de la montaña con bonitas vistas. Hicimos una buena ruta de senderismo para ver unas cascadas y casi nos perdimos en el bosque con el mapa hecho a mano que nos dieron en el hotel (digamos que nos tenían mucha idea de las escalas).
Después de esa aventura nos merecíamos probar lo que se supone es uno de los mejores cafés del mundo- y el más caro: el café Luwak, de cosecha local. El Luwak (gato civeta), que se alimenta de los granos de café, que mezclados en su estómago con otras plantas que come, hace que pierda el sabor amargo característico del café. Los granos de café son expulsados (ya imagináis cómo) enteritos, y una vez limpiados higiénicamente (o eso esperamos), se tuestan, y están listos para molerse y llevar a la taza.
Para prepararlo se usa la manera tradicional, con una cafetera especial, calentada con un pequeño quemador, y el agua es mezclada varias veces con el café molido.
Es paradójico que lo que ahora es el café más caro del mundo, fuese descubierto por algunos habitantes de Bali, que siendo tan pobres, no podían permitirse comprar café, así que cogían el que encontraban en el campo previamente digerido por el lewak. Quizás puesto así no suene muy apetitoso, pero estaba muy rico! Y con el precio que tenía, nos bebimos hasta la última gota.
Sabías que… Aunque la población de Bali es en su mayoría hindú, no es más que una gota en el mar del país con más población musulmana del mundo (220 millones).
Gastos:
Un espresso de Kopi Lewak: 4 euros
Habitación terrible en Candi Kuning: 6 euros
Habitación maravillosa en Munduk: 22 euros
Un plato generoso de Nasi Goreng en un warung: 80 céntimos
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