27 de febrero- 3 de marzo de 2012
Portland-Port Campbell – Otways National Park – Airey’s inlet – Queenscliff -Melbourne
Distancia total: 800km
Después de pasar mucho calor en los Grampians, nos apetecía otra vez un poco de costa. En unas cuatro horas habíamos bajado a Portland. Esta ciudad no es muy turística, ya que la transitada “Great Ocean Road” no empieza hasta unos 100km más al Este. Es cierto que no es un lugar muy pintoresco- más bien industrial- pero a a pocos kms en un cabo está un faro (el primero que vimos de muuuuchos), una playa largíssima y una cafetería italiana muy mona.
Aquí acampamos en un camping de pago, y en seguida nos dimos cuenta que ya estábamos recorriendo de nuevo la ruta de los mochileros. Aquí nuestros vecinos eran jóvenes mochileros italianos, franceses y alemanes (en el interior eran más bien familias y jubilados australianos). La cocina estaba en un estado un poco deplorable, parece que por donde van los mochileros también pasa un huracán… Por favor, si algún mochilero que viaja por Australia lee esto: No seas cochino y friega tus platos! J
Al día siguiente, tras la parada en el “pijo” Port Fairy, cogimos esa carretera tan famosa – Great Ocean Road. Discurre a lo largo de la costa durante unos 300kms, pasando por playas de surf fantásticas, parques nacionales e impresionantes acantilados. Es un destino mochilero muy popular. Desafortunadamente el camping gratuito está permitido en muy pocos sitios, y las multas son impresionantes. Además piensan en todo: en otros sitios de Australia habíamos visto carteles de “no camping” (una tienda de campaña tachada) pero que se podía (mal)interpretar como que sólo se refería a tiendas de campaña. Pero aquí, aparte del famoso cartel, ponía en mayúsculas: No permitido dormir en el coche. Pasamos una noche en Johanna Beach (llamado así por un barco que naufragó aquí), donde sí estaba permitido acampar. Las otras dos noches las pasamos en campings de pago en Port Campbell y Aireys Inlet.
Hay muchas paradas interesantes a lo largo de la carretera. Una obligatoria es la de los Twelve Apostles (los Doce Apóstoles) – pilares de roca producidos por la erosión del mar. Producto de una buena estratégia de marketing: los pilares nunca fueron doce, pero se pensaba que un nombre tan legendario atraería a los turistas. Ahora mismo se pueden ver, desde el mirador, siete pilares. Y con un poco de dólares, hasta once desde un helicóptero.
En el cabo Otway, un poco más al este, está el faro más famoso de Australia. Desafortunadamente la entrada no entraba dentro de nuestro presupuesto. Pero, para nuestra sorpresa, cuando volvíamos (un poco decepcionados) del faro, encontramos unos árboles de eucalipto que daban cobijo a decenas de koalas. No parecían muy energéticos, ¡apenas se movían!
El último día en esta carretera hacia muchísimo viento (proveniente por lo visto de la Antártida, y muy frío!) y no pudimos visitar ninguna de las cascadas que teníamos pensado. Paramos en una de las playas de surf más famosas del mundo: Bells Beach. Viendo el oleaje, no pudimos estar más de acuerdo con el eslogan grabado en una roca: Respect the Ocean.
La última noche antes ir a la gran ciudad, la pasamos en una de las penínsulas que forman la bahía de Melbourne: La Bellarine. El estrecho situado entre las dos penínsulas es una de las aguas más peligrosas del mundo, y prueba de ello son los numerosos naufragios que han tenido lugar a lo largo de la historia. Aquí hay varios pueblitos agradables donde los Melbournians vienen a pasar el fin de semana. Nos quedamos en un camping de pago en Queenscliff, paseando por la playa, y como no, tomando un buen café.
El día siguiente encendimos por primera vez en mucho tiempo el GPS, para poder llegar sin demasiados desvíos y evitando los peajes, a Melbourne. Cosa que no fue tan fácil como habíamos esperado.
Gastos medios:
Camping de pago: entre 20-25 euros
Café italiano en el faro de Portland: 3 euros
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